La metamorfosis y el masaje tántrico

Cada experiencia tántrica es única y, muchas veces, lo más espectacular sucede de forma discreta. Me encanta sentir la conexión desde el Ser esencial, entrar en presencia sin expectativas, con total entrega al momento presente, notando la confianza mutua,… Me encanta ver lo que se despliega y sentir ese AMOR que nada espera. Disfruto de quedarme meditando después del masaje y dejar el espacio/tiempo donde se abre un mundo de posibilidades. Me sorprendo de la intensidad y de la originalidad de cada historia, de como su mensaje es personal e intransferible…  y viene para quedarse en el corazón de cada persona.

Todo comenzó con esta parte de meditación y conexión con mi guía y cuando conseguimos esta conexión empecé a ver todo en un tono morado (me ha pasado más veces cuando he recibido sesiones de canalización de energía).

Comenzamos con el masaje y sentí que me estaba cuidando mucho y después percibí que me estaba purificando y limpiando. Hubo un momento en que empecé a sentir una felicidad extrema y como muy llena, y de repente estaba llena de luz blanca que salía del eje central de mi cuerpo.

Lo veía todo muy geométrico y mi cuerpo era como si estuviera formado por dos alas que aleteaban como si fuera una mariposa.

Empecé a llorar, pero con unas lágrimas que nunca había sentido así, eran muy gruesas y redondas, salían a chorro y empecé a sentir que podía empezar de nuevo, empezar de cero tantas veces como quisiera. Ví muchas mariposas preciosas y era como si yo fuera todas ellas y pudiera posarme muy suavemente sobre todos, demostrando mucho amor y cariño…  y terminando mi experiencia tántrica por esta vez.

Texto original

Tot va començar amb aquesta part de meditació i conexió amb la meva guia i quan vam aconseguir aquesta conexió vaig començar a veure tot en un to morat (m’ha passat més vegades quan he rebut sessions de canalització d’energia).

Vam començar amb el massatge i vaig sentir que m’estava cuidant molt i després vaig percebre que m’estava purificant i netejant.
Va haver-hi un moment que vaig començar a sentir una felicitat extrema i com molt plena, i de sobta estava plena de llum blanca que sortia de l’eix central del meu cos.

Ho veia tot molt geomètric i el meu cos era com si estigués format per dues ales que aletejaven com si fos una papallona.

Vaig començar a plorar, però amb unes llàgrimes que mai havia sentit així, eren molt gruixudes i redondes i sortien a raig, i vaig començar a sentir que podia començar de nou, començar de zero tantes vegades com vulgués.
Vaig veure moltes papallones precioses i era com si jo fos totes elles i pogués posar-me molt suament sobre tothom, demostrant molt amor i carinyo…  i acabant la meva experiència tàntrica per aquesta vegada.

R.C.

Testimonio Alba, Fede y Daniel (01-10-2018)

Para parir se necesita conexión con el propio cuerpo, confianza en el proceso, entrega total,… y desde ahí, hay mujeres que son más de tribu, que se sienten cómodas con el apoyo de sus seres queridos. Alba tuvo un parto muy potente, de esos que en algún momento se plantea si la madre lo podrá sostener, pero ahí fue… paso a paso, abriéndose camino su bebé y ella entregada en totalidad. Cuando nació Daniel, todos habíamos empujado con fuerza, nos sentimos agotados y felices. Un final muy merecido.

 

Estaba embarazada de 41 semanas y un día y, si todo iba bien, Daniel nacería en casa. Había elegido para ayudarme en el parto a Mikel Mantxola, y con él a las doulas Cristina Seguí y Llucia Mir, a quienes se unió mi buena amiga y doula en prácticas Camila Dueñas. Así que cuando Dani se decidió a venir, la casa estaba llena de gente esperándole, porque también estaban su papá, su abuela, su tía y su hermano de 4 patas.
Cuando rompí aguas, las contracciones suaves que había sentido la noche anterior y parte de ese día, se volvieron más intensas. Junto a esa intensidad llegó el miedo y las dudas (¿podré aguantarlo?, ¿lo estaré haciendo bien?) Lucía estaba allí apoyándome, ayudando a aliviar el dolor, recordándome mi fuerza, dándome cariño. Al poco tiempo tomó su relevo Cris que, como Lucía, respiraba conmigo, me acompañaba, me explicaba las cosas con amor y respeto, y mi querida Cami, siempre un hombro sobre el que apoyarme, unos ojos a los que mirar, una palabra adecuada en cada momento. Mis tres doulas fueron, cada una a su manera única y especial, tres compañeras con las que paseé de la mano por cada contracción. Me ayudaban a cambiar de postura, me daban masajes (que ayudaban mucho a calmar el dolor), me animaron a dejar salir lo que sentía, me ayudaron a confiar en mi poder, cuando estaba agotada mental y físicamente. Ellas junto con Fede, el papá de Daniel, formaban un apoyo que para mí fue inmejorable, siempre respetando lo que yo quería y necesitaba. Al final creo que todos en aquella habitación estábamos empujando a la vez y esforzándonos, y sentirles me dio mucha fuerza.
Me cuesta expresar con palabras y en tan poco espacio lo que fue aquella noche, lo que sentí y lo que siento al recordarla…cada recuerdo está lleno de amor y me emociona. Desde entonces, cada día doy las gracias por haber podido contar con ellos, no podría imaginar una mejor bienvenida para mi bebé ni un aprendizaje mayor sobre mí misma y sobre el amor en tan poco tiempo. Han pasado cuatro meses y sigo aprendiendo de aquellas horas. ¡Qué intensidad… cuánta magia! Y aunque acabamos todos agotados… ¡Volvería a repetirlo todo ahora mismo!

Alba