Un viaje experiencial hacia el masaje tántrico

El «Viaje de Brahma y Sarasvati” es un viaje experiencial, que hemos creado mi compañera Maytechu y yo, donde el Sadhak (quién recibe el masaje), durante cuatro sesiones progresivas, se va convirtiendo en Daka (en masajista), con el acompañamiento de nosotras como Dakinis (masajistas guías), para integrar de forma práctica, las herramientas de un auténtico masaje tántrico. No se trata de un aprendizaje para dedicarse de forma profesional sino, más bien, para aplicar lo aprendido en el ámbito de la vida personal e ir profundizando en las llaves tántricas.

En este caso el Sadhak es un hombre que ya lleva cierto recorrido con nosotras y que ha querido ir más allá, el trabajo previo le ha ayudado a comprender, sentir y vivir,… la dimensión de entrar al “momento presente” con todo tu Ser para crear la “danza del masaje” con otra Dakini. Y, tal como él mismo dice, fue espectacular. Una comunión con la Vida.

Delante de esta experiencia nosotras solo podemos decir: GRACIAS por la confianza y la entrega.

 

 Cuatro manos y dos almas, al servicio de la magia”  

Última sesión del viaje.

Llego a casa aún sudoroso, y eso que me he duchado, aún me tiemblan las piernas.

Hacer “El Viaje de Brahma y Sarasvati” ha sido la experiencia más enriquecedora y gratificante qué he experimentado desde que empecé en este mundo tan amoroso de dar y no esperar nada a cambio.

El viaje, desde el primer día, fue espectacular, una experiencia totalmente recomendable, además ninguna de las cuatro sesiones ha sido igual.

Yo lo he vivido  intensa y placenteramente, además de muy conscientemente. Cuando conseguí la combinación tacto-mente fue una sensación indescriptible, ¡hay que vivirlo!.

Con muchas ganas de seguir adentrándome en este mundo.

Dar las GRACIAS A MIS DIOSAS Y UN MEGA ABRAZO.

J.C.

 

El amor cura las heridas en el masaje tántrico

Entre las múltiples experiencias interiores que podemos tener durante un masaje tántrico, está la de recordar antiguas experiencias dolorosas que han dejado una impronta en nuestro cuerpo físico y en nuestro cuerpo emocional. En el estado de pura conexión con quién somos en realidad se puede dar la alquimia de, en vez de sufrir por ello, sanarlo a través del amor. Entonces, la ligereza y la gratitud ocupan, de forma nueva, ese espacio de dolor.

Hace unas semanas recibí por primera vez un masaje tántrico. No tenía nada claro lo que era.
Grata sorpresa la mía, ya que fue una experiencia dimensional en la cual reviví malos momentos, no muy agradables, de mi infancia, como una observadora y, sólo puedo decir, que lo pude mirar con amor. En esta experiencia mi conclusión fue GRATITUD POR QUIEN SOY.

C.