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Testimonio de Clara (16-07-17)

Mi nombre es Clara y en el embarazo de mi segundo hijo me acompañó mi Doula Llucia Mir.

Yo decidí tener una Doula porque en el parto de mi primer hijo me sentí muy desconectada del proceso y fue un parto bastante traumático. Mi pareja y yo nos asustamos así que, en vez de darle la bienvenida a nuestro hijo con tranquilidad y amor, fue un día lleno de miedo y falta de comunicación.

Con mi segundo hijo hice una preparación diferente, fui conociendo a Llucia en diferentes encuentros donde recibía sus masajes y, además, hablábamos sobre el tipo de apoyo que quería durante el parto, de mis experiencias previas en el parto anterior y que cosas eran importantes para mí.

Yo queria tener a mi Doula y a mi pareja durante el parto en un hospital público, para que mi pareja pudiera ver un parto normal sin tener que ser la única persona de apoyo.

Cuando al final llegó el parto tuve contracciones todo el día que primero fueron suaves y que se pusieron muy potentes cuando llegó la noche. Llamé a Llucia para decirle que tenía contracciones y ella me preguntó si quería que viniera y yo preferí que no porque lo llevaba bien. Mi plan era quedarme en casa el máximo de tiempo posible para intentar aguantar el dolor allí, sin la opción de los analgésicos.

¡Logré mi meta! Y me quedé en casa casi un poco demasiado. Sobre las 10h de la noche llamamos a Llucia para decirle que salíamos para el hospital. El primer plan era ir al hospital de Inca. Pero mis contracciones eran tan fuertes que yo fui incapaz de subirme al coche. Nosotros estábamos en Soller y me dí cuenta que no nos daría tiempo llegar al hospital de Inca porque me daba la sensación que el bebe ya llegaba. Así que llamamos a LLucia y le dijimos que nos ibamos a Son Espases que quedaba mas cerca.

Finalmente, con la sugerencia de mi doula, logré meterme en el coche a cuatro patas y enseguida llegamos a Son Espaces. LLucia nos esperaba en el parking. Me acogió y dijo que seguramente yo ya estaba para empujar. Entré en el hospital con los ojos cerrados porque la luz me molestaba. Y cantando (gritando) con las contracciones. Me trajeron una silla de ruedas y les dije que no me podía sentar, entonces LLucia les pidió que me trajeran una camilla para que pudiera seguir a cuatro patas.

Me subieron a una sala donde querían examinarme, tenían las luces muy fuertes y les dije que las apagaran, empezaron diciendo que no, que como podrían examinarme. Les dije que me daba igual pero que apagaran las luces. Las apagaron. Yo estaba de 10 cm de dilatación.

Me llevaron a paritorio y me preguntaron quién quería que me acompañara y pedí que fueran los dos, pero se negaron, y elegí a Llucia.

El expulsivo fue largo y tuve en total cuatro comadronas diferentes apoyándome, todas fueron muy respetuosas y majas. Llucia me hacía masajes y me animaba, me daba zumo y me refrescaba la frente. Ella era una fuente de paz y de apoyo. Como una columna soportaba mi peso físico y apoyando silenciosamente con palabras, de vez en cuando, mi trabajo de parto. Tenerla a mi lado fue lo mejor que hice para poder seguir adelante con mi parto y para conseguir un parto respetuoso para mi hijo.

¡Estoy tan contenta de poder haber tenido un parto así!. Muchas veces pienso en este parto y me hace sentir fuerte y orgullosa de mi misma. Con este segundo parto sané mis heridas del parto traumático de mi primer hijo.

Clara

 

«Es bastante común que una mujer que ha tenido un parto traumático busque una doula durante el embarazo de su siguiente hijo, porque es consciente de cuanto puede cambiar la experiencia con un acompañamiento personalizado, respetuoso y continuo desde el inicio hasta el final del proceso.

Es más frecuente de lo  que parece, que los partos se sientan como traumáticos, no tanto por lo que sucedió, sino por la falta de información durante el mismo y por un trato poco respetuoso de parte de los profesionales que lo atienden. Así que, muchas veces, también las parejas toman otra clase de decisiones sobre el hospital al que quieren acudir.

En el caso de Clara, cuando su parto, en un espacio corto de tiempo, cogió una dinámica muy acelerada, tuvo que decidir acudir al que le quedaba más cerca.

¡Que difícil es para una mujer que llega con las contracciones seguidas y potentes, someterse al protocolo típico establecido! ¿Cómo se va a poder sentar en una silla de ruedas o en la butaca de las correas?, ¿Cómo va a vivir las luces excesivas o poder responder las preguntas del personal?, y ¿Por qué , en un momento tan delicado, le hacen escoger entre su pareja o su doula? Son cosas que no tienen sentido.

Clara en lo único que cedió fue a escoger entre su pareja y su doula, era algo que ya tenían hablado por si llegaba el caso, y no tenía sentido ponerse a discutir sobre ello con el personal sanitario, estando además de 10 cm.

En todo lo demás se posicionó en su mujer “Loba” y no daba pie a réplica, ella no puede acordarse porque estaba habitando plenamente su Planeta Parto, pero fui testigo de como estaba  totalmente conectada y de como se hacia respetar con una mirada o con una escueta respuesta de SI o de NO.

A pesar de llegar dilatada de 10 cm, el expulsivo se alargó durante unas 3 horas y llegaron a pasar varias comadronas por paritorio, en ese tiempo le quisieron aplicar diferentes protocolos y ella tuvo muy clara su respuesta en cada situación. Se dejó asesorar, aceptó algunas propuestas que pudieran ayudarla a avanzar en la bajada del bebé, pero predominó todo el tiempo la conexión con su propio instinto.

SENTÍ QUE CUANDO UNA MUJER COGE TODO SU PODER, NO HAY NADA QUE LA PARE.

En su momento no lo compartí con ella, pero se que el comentario entre las comadronas sobre su parto fue: “las mujeres que vienen con doula saben bien lo que quieren”.

Y eso solo lo consigue cada mujer que toma el Poder por sí misma, ya que nadie habla nunca en su nombre, es suficiente contar con alguien que está a su lado y apoya cada una de sus decisiones, sean cuales sean y sin juzgarla.

Y siento que no solo la mujer/madre/loba sale reforzada de esa experiencia, sino que las demás mujeres  del mundo (sean testigos o  no) “resonamos” en ese Poder de forma automática».

acompañArte

 

Dámaris con su doula

Hacer posible lo difícil (16-05-17)

Jamás imaginé que el simple y legítimo acto de parir supusiera una lucha por conquistar el derecho a guiarnos por nuestro cuerpo e instinto primitivo, derecho de ser acompañadas por nuestros seres queridos y derecho de gozar de tiempo para nacer.

Mis dos experiencias de parto hospitalarias han supuesto algo maravilloso para mí, no sólo por el positivo desarrollo del trabajo de parto sino también por sentir que hacíamos posible lo que parecía difícil en terreno hospitalario: crear una atmósfera de AMOR, colaboración y vinculación humana con los profesionales médicos. 

Nur nació rompiendo todos los protocolos médicos (más de 24h de bolsa rota, más de 2 días de contracciones, 1 día de dilatación, firmando alta voluntaria tras rechazar la inducción y exigiendo la presencia de mi Doula y mi marido en todo momento). Nur vino con todo su derecho de nacer en el momento preciso y tanto ella como yo nos tomamos el tiempo para atravesarlo sin condicionarnos por los ginecólogos, deseosos de intervenir «y agilizarlo todo», como si el hecho de nacer más rápido significase nacer mejor.

Todo ello estuvo apoyado por la presencia y el respeto del padre y de grandes profesionales, la matrona Loles y nuestra Doula Llucia Mir, que aunaron fuerzas y me trasmitieron cariño y serenidad, escuchando activamente mis necesidades y sirviendo al trabajo de parto antes que a las máquinas y los números redondos de cómo debe desarrollarse un parto.

Senda nació con el mismo acompañamiento y con la dilatación en bañera, un gran avance en el sistema sanitario público. Fue un parto más corto, nos asistieron varias matronas, además estuvo mi Doula en todo momento junto con mi marido ayudando a los profesionales, en servicio del nacimiento.

Gracias a los profesionales, grandes personas que aman su trabajo y dan sentido a la locura hospitalaria y, también, gracias a que todos éramos conscientes de cuáles eran nuestros derechos y cuál nuestro lugar, pudieron ser GRANDES EXPERIENCIAS DE PODER, CON UNA VERDAD HUMANA QUE HACE POSIBLE LO IMPOSIBLE.

Dámaris, Nur y Senda

 

«Con Dámaris nos conocimos de casualidad, ella es cantante y su marido músico, y estaban actuando en la boda de unos queridos amigos. Entonces ella hacía muy poco que sabía que estaba embarazada y, ni puedo recordar como, al acercarme a felicitarla por su preciosa actuación, acabamos hablando de su embarazo y se enteró que yo era doula.

Se le iluminó la cara cuando supo de qué se trataba, algo en su interior hizo un click y, como siempre ha dicho, era justo lo que necesitaba en ese momento. Algo que, curiosamente, le sucede a más mujeres.

Se informó de todo aquello que para ella era un mundo nuevo, sintió que era el lenguaje y la actitud que necesitaba para entender, para posicionarse, para saber lo que quería,…

Su primer parto fue de esos que antes llamaban “el parto de la burra”, como ella misma explica fue muy largo, entre empezar y pararse, e incluso cuando al fin cogió dinámica. Durante todo el proceso la pareja tuvo que tomar diversas decisiones importantes. Cada vez que se enfrentaron a ellas, se concedieron a sí mismos el tiempo para pensarlo y hablarlo entre ellos, luego sostuvieron juntos esa decisión delante de los profesionales y firmaron lo que hiciera falta. Doy fe de que nunca son decisiones fáciles, porque sienten la presión de los profesionales que tienen un criterio diferente, así que la propia opinión debe ser muy clara para poderla sostener.

La comadrona que atendió el parto cuando ya entramos en paritorio fue también todo un ejemplo de profesional empoderada, escuchó cada necesidad de Dámaris y se alió con ella. No todas sus compañeras estaban de acuerdo en que estuviera la madre con su pareja y su doula, tampoco aceptaban que no quisiera ponerse antibiótico de forma preventiva, o que la madre quisiera moverse a su antojo, …y sobretodo, supo sostener su criterio profesional delante de la ginecóloga de guardia que quería intervenir. Y doy fe también, de que nada de todo esto es fácil porque demasiadas veces he visto “ceder” a las profesionales a la presión externa, y en contra de sus propios criterios.

Cuando conoces a una mujer antes de tener hijos, es frecuente ver la gran transformación que sucede en todo su SER y si, además, esa mujer consigue sentirse empoderada en cada uno de los aspectos que le conciernen durante sus partos, y más si es contra viento y marea, la transformación es enorme, como mujer y como persona«.

Parto respetado

Respetemos los tiempos naturales del parto/nacimiento (17-05-14)

Este año la Semana Mundial del Parto Respetado es del 14 al 20 de mayo 2017 y tiene como lema: «Respetemos los tiempos naturales del parto/nacimiento. Cada embarazo es diferente».

Está afirmación tan sencilla expresa una verdad que todo profesional de la maternidad debe recordar: de la semana 37 a 42 del embarazo se considera que el bebé está «a término» y que, por tanto, forma parte de los baremos normales nacer dentro de ese espacio de tiempo mientras no haya ningún problema médico… y sea el bebé el que decide nacer.

Porque no es lo mismo nacer en la semana 37, que nacer en la semana 42, cada día que pasa el bebé dentro del vientre de su madre le sirve, entre otras cosas, para acumular grasa corporal que le permitirá regular mejor su temperatura y para madurar sus órganos que, por tanto, estarán mejor preparados para la vida en el exterior del útero. Especialmente importante es la suficiente maduración de los pulmones que tienen que ser capaces de respirar, hoy en día se cree que ellos son los verdaderos desencadenantes del parto.

El ser humano nace muy inmaduro y programar un parto o una cesárea puede producir «prematuridad iatrogénica«, hay estudios que corroboran las dificultades de salud o adaptación que pueden darse a corto, medio y largo plazo en los niños a los que no se deja que lleguen espontáneamente a su propio nacimiento, pero también en las madres que tienen partos inducidos o cesáreas, debido precisamente a las secuelas de las intervenciones médicas.

Los profesionales médicos están obligados a reciclar la información que manejan y, con los datos actuales, deben evitar inducciones o cesáreas que no tengan razones médicas de peso. 

Y, aún así, en España y en el mundo se dan tasas muy variadas de cantidad de nacimientos según sean días laborables, fines de semana o festivos. En este artículo  del Parto es Nuestro se publican las cifras que demuestran que aún quedan muchas cosas por cambiar, sea en los protocolos de los hospitales, en las inercias de los profesionales que atienden los partos, como en la mentalidad de las usuarias, para las que cada vez es más importante estar bien informadas para proteger su salud y las de sus hijos.

Conviene recordar que ningún protocolo médico es de obligado cumplimiento para los profesionales, ni para los usuarios del sistema de salud, cada persona es responsable de las decisiones que toma sobre su propio cuerpo.

 

acompañArte

 

 

 

Parto hospital Ana

Testimonio de Ana (17-04-15)

Mi experiencia de parto con el acompañamiento de Lucía como doula ha sido para mí un proceso fortalecedor como mujer y madre. Una vivencia única y un precioso recuerdo que tendré durante toda mi vida.

Gracias Lucía por tu profesionalidad, aplicada con tanta cercanía y comprensión.

Con las técnicas y conversaciones con Lucía durante las horas del proceso, pude concentrarme tal y como yo deseaba, y entrar en el “planeta parto” durante el cual el tiempo pasó rápido y tuvo el mejor de los finales: el nacimiento de mi hijo.

Espero que muchas madres puedan disfrutar de su experiencia de parto con el doulaje de Lucía.

Gracias por todo. Un beso grande.

 

Parto Ana hospital

acompañArte

Testimonio Sabrina

Testimonio de Sabrina (15-02-18)

¡No sin mi Doula!

Eso es lo que debería haber gritado cuando ingresé en el hospital para parir a Emma… ¡¡No sin mi Doula!!

Me arrepiento de no haberlo hecho, de no haberme puesto firme para exigir que me permitieran estar acompañada de quienes yo había decidido que lo hicieran. De haber permitido que me trataran como a una niña pequeña a la que le dan argumentos poco válidos, fundados en pretenderme ignorante en mis derechos como usuaria y sobre todo…que me dejaran sola, aislada de toda compañía y soporte emocional en el paritorio, más de una hora.

Mi ideal de parto era otra cosa, de hecho, yo habría parido en mi casa, mi cueva, acompañada de un par de los míos y de mi Doula…en un ambiente conocido…seguro….confortable. Esto, por diferentes motivos no era posible, así que pasé al plan B, y fue gracias al apoyo de Llucia que poco a poco pude encajar este cambio de planes.

Empecé a estar en contacto con ella a partir de la semana 36 para unas fabulosas sesiones de masajes que físicamente me reconfortaban el cuerpo después de tantos meses de embarazo, y charlas que me reconfortaban en lo más profundo de mi Ser, en lo más profundo de mi Mujer. Charlas que me ayudaron a definir mis expectativas, a quitarme dudas, a dejar miedos, a posicionarme en que quería y que no para el momento más importante de mi vida…¡traer a mi hija al mundo! Y pude aceptar plenamente la idea de ir al hospital…pude aceptar fluir con el proceso del parto…sea como sea que se fuera dando…

Para la semana 39, cuando todo podía ocurrir en cualquier momento, saber que Llucia “estaba de guardia”, dispuesta incluso a dejar sus festejos navideños para venir a acompañarnos ¡era muy tranquilizador!
Y entonces me puse de parto
Empezaron las contracciones sobre las 8 de la noche y decidí llamarla en plena madrugada…y nos acompañó eternas horas, momento a momento con esa mirada que me sostenía durante cada contracción, una mirada de Mujer a Mujer que llenaba y reconfortaba más que cualquier palabra.
Llucia vino a acompañarme, a sostenerme literalmente, aportó en cada momento lo necesario…un gesto, una palabra, un masaje, una respiración
Pero llegó el momento de ir al hospital! Y pude seguir en mi burbuja un rato más…lo que tardamos en decir la palabra Doula y presentar el plan de parto.
En este momento no voy a contar detalles del parto en sí.
Solo decir que me presentaba con un parto normal, sin complicación ninguna, sin anestesia…vamos, ¡una mujer pariendo!
Una mujer más, pariendo como miles de millones de mujeres han hecho a lo largo de la historia de la humanidad.
Podría haber conseguido tener el parto mucho más parecido a lo que yo deseaba, solo que topamos con “la institución”, “los protocolos”, y no me dejaron que me acompañaran. Optaron por dejarme sola, entrar a los gritos a “regañarme” y tener de pronto a cinco personas desconocidas intentando justificarse ante el NO a las Doulas, sola porque sacaron a mi pareja, con contracciones, muerta de miedo y absolutamente invadida. ¡Se me rompió la burbuja! ¡¡Que innecesario todo!!
La verdad, no me resistí. En esos momentos estás en lo que estás, ¡Estás Pariendo!!

Llucia de todas formas se quedó con nosotros! La tecnología en este aspecto fue lo que “salvó” la situación. El wathsapp fue la vía de conexión entre mi Doula y mi pareja y él de enlace entre ambas.
Y si, ¡al final parí!
Y cuando acabas de parir, a pesar de todo, te vas a la habitación, agotada, con tu bebé en el pecho y con la sensación más grande que te ha invadido en tu vida…dando las gracias a todos los que te asistieron, esos mismos que unas horas antes gritaban que NO a las Doulas. Esos mismos que parece se sienten invadidos o vulnerables profesionalmente porque una Mujer Decide parir de cierta forma y Decide por quien estar acompañada.
Ya no hay vuelta atrás, ni siquiera se si las vueltas hacia más adelante me llevaran a parir otra vez y si vuelvo a parir, Pariré, pero ¡No sin mi Doula!