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Familia (de sangre)… no hay más que una

Tengo una Gran Familia que gira alrededor de mi madre «la matriarca» (92 años) y mi padre «el patriarca» (94 años).

Somos mallorquines, con ese punto siciliano que da ser mediterráneos y de una isla. Mi madre una auténtica “madona”, mi padre un auténtico “diplomático” de corazón. Predomina en los miembros  de la familia una extroversión «xerradora» y sarcástica que a los que son introvertidos, no les queda más remedio que aprender a meter baza, si quieren participar de la bulla.

Nos gusta reunirnos alrededor de una mesa, compartir buena comida y en los postres cantar los famosos “popurrís” de música popular que creó mi padre cuando éramos niños y que todos los miembros nos sabemos de memoria, incluso los que la han perdido, y hasta las más pequeñas de la familia, sus tres bisnietas.

Todos juntos hicimos un curso de “Crecimiento familiar” que duró 25 años, mientras criábamos a nuestros hijos en formato tribu. Consistía en un encuentro de todos los miembros de la familia durante el agosto en una casa de verano. Bajo el talante de los «abuelos», la estrecha convivencia de cuatro familias al completo y en extensivo, ponía muchas veces a prueba… la paciencia y la tolerancia, pero nunca faltó el Amor ni el sentido del humor.

Estamos hablando de un promedio de entre doce y dieciocho personas, según los diferentes momentos de la vida (desde los nacimientos de los hijos, hasta las diferentes parejas de los adolescentes y luego adultos). Como es natural, cada persona con criterio propio y fuerte personalidad. Toda la organización tenía su punto de «cuartel»: hacer la lista de la compra, ir a comprar, hacer la comida, recoger todo, mantener cierto orden y limpieza, ir a la playa o a la piscina (cuando no había en la casa), salir a pasear,….  Cuando lo recuerdo, me maravillo de cuan fluida era la repartición de tareas y, también, de los «currazos» que nos pegábamos los mayores.

En esos años hubo casas de todos lo niveles, formas y estilos, también hubo casas en diferentes rincones de la isla aunque, en algunas, repetimos varias veces. En todas ellas generamos experiencias memorables de diferentes carices: el año que no paraba de llover, la casa que se rompieron las cañerías de las aguas sucias, la que tenía muchas habitaciones, la que todos los jóvenes dormían juntos en colchones en el suelo, la que apareció una gallina muerta, la de piscina grande, la que hizo un calor insoportable, la plagada de mosquitos… en realidad, ahora veo, que muchas de las anécdotas que se convertían en «leyendas familiares», fueron imprevistos más o menos difíciles de vivir que, como familia, aprendimos a relativizar y a transitarlos con humor.

Pudimos comprobar que la felicidad no depende de las circunstancias externas,… ni de tener lujos.

Siempre hubo de todo durante el mes de convivencia, con sus momentos de «terapia en familia», así que no faltó ninguna de la gama de emociones, pero sin duda «The Queen Emotion is»… la RISA.

Tal es así que, el 10º Aniversario de las casas de verano, lo celebramos con un «Festival Familiar» mostrando nuestros talentos todos los miembros  de la familia. En individual, pareja, trío o grupo,… en cualquiera de las artes y con mucha capacidad de reírnos de nosotros mismos. Fue tal el éxito del evento, que lo repetimos cada año y el «Festival Familiar» se convirtió en el día preferido de nuestros hijos. Hicimos monográficos de temas e, incluso, hubo homenajes a diferentes miembros para mostrarle, entre todos, las razones de nuestro aprecio, consiguiendo cada vez que, el conmemorado, no se enterara que era el protagonista, hasta el día del Festival.

Complicidad, risas, conversaciones, descanso, cantos, lecturas, juegos, refrescarse,… los recuerdos son exquisitos, los primos mantienen una relación especial entre ellos por todas esas vivencias compartidas y, además, tenemos documentos gráficos de muchos de esos momentos por mi afición a grabar en vídeo y hacer fotos, incluso antes de que aparecieran los móviles.

Lo reconozco, mi familia es realmente especial, mi padre y mi madre han hecho una gran labor porque ellos son ejemplo vivo de haber evolucionado, más allá de lo que recibieron, generando un impulso, un aroma, que impregna una «herencia» que no es de dinero, es de valores, es de raíces, es de AMOR.

Agradezco cada día poder contar con todos ellos, porque nos aceptamos y apoyamos tal como somos, incondicionalmente. Lo que hemos recibido, cada generación lo mejora. Ahora mis padres están en esa fase de la vida que necesitan ser cuidados y es otra clase de prueba para nosotros, con nuestras vidas llenas de compromisos, trabajo y estrés, pero conseguimos hacernos cargo, dándoles todo aquello que sentimos que necesitan para ser felices en esta etapa. Y, lo más importante, lo hacemos con gusto y seguimos con el sentido del humor, incluso en los momentos más difíciles y viendo que se van acercando a su final en esta tierra,… pero no en nuestros corazones. Si existe un cielo, ellos tendrán plaza privilegiada y vuelo directo, sin ninguna duda.

Esta Navidad de 2023 conseguimos volver a reunirnos todos a su alrededor, cada vez es más difícil porque los pequeños se hicieron adultos, con sus propias trayectorias y compromisos sociales y laborales, que lo hace complicado. Volvimos a cantar los «popurrís» que hasta ellos que se están quedando sin memoria, son capaces de reconocer, porque estas músicas son vibraciones que expanden el amor que sembraron en todos nosotros. Y les viene de vuelta, como todo en la Vida.

Me encanta ver el respeto y el cariño que les muestran todos y, los que ahora estamos cogiendo el relevo, procuramos recordarles nuestro amor y darles las gracias en cada encuentro, que puede ser el último.

En mi corazón mis padres son roca, viento, agua, flor. Son raíces profundas y alas en el cielo. Son luz que refleja la mía. Gracias por Ser.

EL EQUIPAZO

 

Qué es el Tantra para mi

He llegado de pleno al Tantra con 56 años y, aunque siempre mantuve cierto contacto a través de mi curiosidad, algunos talleres y lecturas, realmente mi inmersión fue a raíz de hacer la «Formación de Masaje Tántrico y Cura Sexual» de Verma Rodríguez, una formación completa, profunda y muy reveladora para mi.

Tengo una actitud ecléctica desde que era niña, me gusta descubrir cosas nuevas y encontrar relaciones entre todas las cosas. No me «caso» con nada y me gusta aprender de todas las experiencias y personas que se cruzan en mi camino. Escucho  lo que me «resuena» y dejo que mis intuiciones me guíen. El cuerpo me «habla», aunque aún estoy aprendiendo a escucharlo cuando susurra. Me equivoco muchas veces y eso lo empleo para redirigir mi energía a través de la experiencia sentida y vivida… Prueba, ensayo y error. La actitud científica aplicada a lo intangible: el sentido de la vida.

En realidad, cuando reflexiono sobre qué es el Tantra para mi, veo que yo estaba aprendiendo a ser Tantrika sin saberlo. Todo mi camino de crecimiento personal para entenderme y entender el mundo, transmutar el sufrimiento, ser yo misma y desindentificarme del personaje, decir que SÍ cuando quiero decir sí y decir NO cuando quiero decir no, conectar con la alegría de estar viva sin que dependa de que me guste lo que pasa o lo que siento…

Recuerdo que cuando era niña pensaba: no le tengo miedo a la muerte, porque se que cuando llegue ese momento lo comprenderé todo, pero me gusta tanto la vida que quiero que la muerte me coja el máximo de tarde y haciendo algo que estoy disfrutando. Pura declaración de intenciones a muy tierna edad… quizás unos 8-10 años.

El Tantra para mi es ser yo misma, es gozo, libertad, compartir, recordar que somos Luz y vamos hacia la Luz, ser manifestación del AMOR, sentir la conexión con la «fuente» y entre todas las cosas, y entre todos los «planos»; RESPIRAR y respirar y volver a respirar, sentirme viva, expandir mi conciencia, casarme conmigo misma a través del matrimonio interior de Shiva y Shakti, mi conciencia y mi energía; Ser coherente entre lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago; Sanarme poniendo luz, acompañar a otras personas mientras hacen su propio camino, respetar todas las formas, aceptar  lo que la vida trae; Confiar en la sabiduría de esa inteligencia que hace rodar el Universo en constante respiración mientras en su centro late la QUIETUD.

Así que los purismos no van conmigo, aunque los respeto y, además, se que a otras personas les sirven. Yo siento que en esencia la vibración y mensaje de Jesús y Buda, es totalmente afín; Que para conocerte mejor te pueden servir la terapia Gestalt, las Constelaciones familiares o los masajes tántricos. Cada persona encuentra su camino concreto de autodescubrimiento, lleno de curvas, cambios de rasantes y todo tipo de emociones.

Solo se, por propia experiencia, que a través de mi cuerpo y activando la energía con la presencia, la respiración, el sonido y el movimiento, las sencillas llaves tántricas, estoy viviendo expansiones de conciencia de gran creatividad y múltiples manifestaciones. Se que mi vida cotidiana se va llenando de sincronicidades, casualidades, causalidades, protecciones, facilidades, conexiones y momentos mágicos. Que cada vez es más común que otras personas que están a mi alrededor experimenten despertares, transformaciones y toda clase de «alquimias» en sus vidas.

Así que mi visión abierta, que incluye como material de aprendizaje todo lo que acontece y se cruza conmigo, tiene sentido por si misma. No es cuestión de creencias, es cuestión de vivencias. Es cuestión de energías.

Y claro, cuando algo funciona, me gusta compartirlo. Si te «resuena», te animo a iniciarte en la vía del Tantra y a recibir masajes tántricos, para sentir dentro de ti, qué significa para ti, aquí y ahora.

 

Mi querida tía Sita

Ha fallecido mi querida tía Sita y, a pesar de su larga vida, me ha cogido desprevenida la rapidez y lo fácil que se ha reunido con su gran amor, el tío Joan. Siento mi tristeza por no poder volver a compartir momentos con ella y me quedo con la certeza de que se ha ido a un lugar de luz y en la mejor compañía, porque siempre ha sido una mujer muy bondadosa.

Ella es la hermana pequeña de mi madre y en la infancia cuidó  muchas veces de mi, porque su hija Jero y yo tenemos una relación muy especial, así que en verano me acogía a menudo en las casas de la Colonia de St. Jordi y en invierno en la casita de Algaida.

Su partida me trae un mundo de recuerdos…

La tía Sita era guapa como una actriz de cine y elegante como una Reina. Tenía una mata de pelo sano y hermoso, que siempre supo peinar de mil maneras, lo tenía muy rubio de joven y, junto con unos ojazos claros y su piel morena, nunca pasaba inadvertida. Era una mujer de bandera, de las más presumidas que he conocido, sabía vestir como ninguna y siempre iba conjuntada, incluyendo el bolso y el pañuelo.

Era mediterránea y mallorquina por los cuatro costados, le encantaba el mar y sabía aprovechar cada rayo de sol, incluso en invierno. Cocinaba muy bien, toda clase de platos de «xuc-xuc» con mucho amor, de hecho, uno de sus dones era cuidar de la familia, en el sentido más extenso y, un poco, a la siciliana.

Era muy generosa, jamás iba de visita con las manos vacías, le gustaba regalar cosas y lo solía rematar trayendo una fantástica caja de bombones.

Hablaba a menudo en diminutivos y era la mujer más «poma» que he conocido (es una expresión mallorquina que se refiere a una persona muy inocente e ingenua) y, en su caso, era absolutamente encantadora y solo podías quererla.

Detrás de estos modales había una autentica «madona» mallorquina con muchas cosas claras y capaz de afrontar pruebas de fuego. De hecho, a lo largo de su vida tuvo diversos momentos de fortaleza interior inquebrantable, como cuando se reincorporó a la telefónica siendo ya mayor, reciclando sus conocimientos y currando fuera de «sa Roqueta» durante unos años. Aún más impresionante fue, cuando al enviudar hace unos años de su gran amor, mi tío Joan, se quedó viviendo sola, asumió una realidad difícil para ella, aprendió a manejar una Tablet y a meditar… con una entereza que ya querrían algunos monjes tibetanos.

Escribió durante toda su vida un diario donde contaba lo más importante que le había pasado, ni que fuera lo que había comido ese día. Últimamente llevaba un tiempo revisando y recordando todas esas experiencias de una vida plena, muy dedicada a la familia.

Era generosa y bondadosa, recuerdo los desayunos de la Colonia con ensaimadas recién traídas del horno, los Lacaos, las comidas ricas del mediodía, las cenas en la terraza… siempre había detalles de aquello que más nos gustaba a cada uno.

La tía Sita era como una segunda madre para mi… amorosa, nutritiva, paciente y cuidadora, siempre me hizo sentir como en casa y a mis primos los quiero como si fueran unos hermanos más.

Amó mucho y fue amada, su legado es una continuidad de ese amor en la cadena familiar que ahora ya se extiende a una bisnieta que llegó a conocer.

Iba a decir que deja un hueco en mi pero, realmente, lo que siento es que deja una plenitud que nunca olvidaré.

Te quiero mucho tía Sita, deseo que vueles muy alto y siempre te recordaré.

Gracias por estar en mi vida.

La transformación y el masaje tántrico

Hay una delicadeza en cada vivencia, una vibración como de alas de mariposa, algo intangible que se mueve y repercute de forma sutil a todos los planos. Siempre me conmueve la confianza y la entrega a lo desconocido.

 

Cuando me decidí por el masaje tántrico pensé que Llucia era la persona ideal para entregarme a esta experiencia nueva. Sabía que con ella iba sentirme segura y en plena confianza. Ella es una persona muy cariñosa y su experiencia trabajando a estos niveles la avala. Me he podido entregar por completo a esta experiencia enriquecedora, transformadora y sensual, que me ha ayudado a estar mas conectada y completa en mi cuerpo y a nivel energético.

Solo puedo recomendar esta experiencia sanadora a los demás y sentirme muy agradecida a Llucia para hacerlo posible y acompañarme en este proceso.

A.D.

La conexión espiritual y el masaje tántrico

No importa tener experiencia previa a la hora de recibir un masaje tántrico, si se entra en estado de Presencia y se respira profundamente, pueden surgir regalos inesperados, en formas insospechadas. Cuando cada célula de nuestro cuerpo está llena de oxígeno, toda nuestra atención puesta en el presente y tenemos un montón de energía circulando por todo el cuerpo… entonces sucede la CONEXIÓN… que puede experimentarse de múltiples maneras. Por eso cada viaje es único, por eso cuando te entregas con confianza y sin expectativas, sucede la magia.

Había leído sobre el masaje tántrico, pero no lo había experimentado. Quería encontrar una Shakti auténtica y no confundirme con una masajista erótica que se vende como si hiciera masaje tántrico.
Al final contacté con Llucia que me explicó en que consistía el masaje y luego me guio en todo momento, sobre todo en la respiración, que es fundamental.
Quiero compartir lo que experimenté. Fue un masaje sin prisas, muy gratificante, emotivo, placentero y relajante.
Lo que más destacaría es el sentir circular la energía por todo el cuerpo y, al final, la conexión que tuve con mis padres ya fallecidos, a los cuales pude abrazar con una sensación de Paz y gratitud.

Gracias Llucia

M.P.

abrazo masaje tántrico

El poder del abrazo y el masaje tántrico

Solo desde la entrega más total y más inocente, sucede la magia… un cuerpo vibrante, como un instrumento musical tocado por los Dioses.

Respirar y dejarse Ser, sentir y mirarlo todo con los ojos de niña, sabiendo que la propia luz necesita brillar de dentro a afuera… igual que una estrella. Atravesar toda la gama de emociones, incluido el miedo, saboreando el PLACER de sentirse viva.

Somos canales al servicio de la Vida, nada más y nada menos

La compasión (pasión compartida) que desde el primer momento encontré en los ojos de Lucía.

La seguridad de poder quitarme una a una todas las corazas y ser yo misma, conmigo misma, sin la necesidad de cumplir ninguna expectativa (ni de cara a los demás, ni de cara a mí).

Darme por completo a la respiración, sabiendo que únicamente a través de ella y las amorosas manos guías de Lucía, llega el encuentro con mi yo más íntimo, con mis raíces más profundas en las que todos los sentimientos conviven, donde alegría y pena se confunden.

Un yo íntimo en forma de pequeña luz, donde nada es juzgado, donde los motivos no tienen importancia, donde me abrazo a mí misma tan intensamente que poco a poco la pequeña bola de luz crece con una fuerza inconmensurable. Una fuerza que en forma de energía impresionante recorre todo mi cuerpo, le hace vibrar, le llena de vida, de fuerza, de emociones, de empoderamiento, de mí misma, de amor…

Y me siento agradecida y feliz de recuperar conciencia de que mi «yo» más íntimo es mi «yo» más externo… Gracias Lucía por acompañarme en el camino, por los abrazos externos, que son los abrazos internos conmigo misma.

M.

Texto original:

La compassió (passió compartida) que des del primer moment vaig trobar en els ulls de na Llucía.

La seguretat de poder llevar-me una a una totes les cuirasses i ser jo mateixa, amb mi mateixa, sense la necessitat de complir cap expectativa (ni de cara als altres ni de cara a mi).

Donar-me per complet a la respiració, sabent que únicament a través d’ella i les amoroses mans guies de na Llucía, arriba la trobada amb el meu jo més íntim, amb les meves arrels més profundes on tots els sentiments conviuen, on alegria i pena es confonen.

Un jo íntim en forma de petita llum, on res és jutjat, on els motius no tenen importància, on m’abraço a mi mateixa tan intensament que poc a poc la petita bolla de llum creix amb una força incommensurable. Una força que en forma d’energia impressionant recorre tot el meu cos, el fa vibrar, l’omple de vida, de força, de emocions, d’empoderament, de mi mateixa, d’amor…

I em semto agraïda i feliç de recuperar consciència de que el meu «jo» més íntim és el meu «jo» més extern… Gràcies Llucía per acompanyar-me en el camí, per les abraçades externes, que són les abraçades internes amb mi mateixa.

M.

 

La activación de la energía en el masaje tántrico

Cuando te entregas a un masaje tántrico con confianza y RESPIRAS, es cuando te esperan hermosas experiencias con la activación de tu energía, entonces puedes «rozar» el encuentro con la potencialidad de todo lo que va más allá del mundo tangible.

 

Ayer recibí un masaje tántrico, mi primer contacto con esta práctica. Aún estoy impactada.

La persona que me regaló la sesión, porque así lo sentí, es una persona en la cuál confío, Lucía. Esta confianza fue fundamental para dejarme llevar por un camino lleno de sensaciones sutiles, agradables, deliciosas, que activaron mi energía; incluso sentí que esa energía se amplió hasta fusionarse con la suya. En una danza preciosa, una danza de luz.

Me dejé guiar por ella, por su voz, por sus respiraciones, por sus manos.
Conseguí que mi mente no juzgara, y yo solamente sentía.

Experimenté placer a nivel físico, con una estimulación sutil, suave, envolvente, experta pero a medida que transcurrió la sesión esas sensaciones se ampliaron a otro nivel, al nivel energético. Noté justo encima de mi cuerpo esa energía, como un amplificador de las sensaciones que estaba viviendo.

Me permití disfrutar cada segundo, dejándome llevar, confiando en Lucía.
Fue precioso poder regalarme a mi misma ese permiso.

Puedo percibir aún hoy bienestar, placer. Siento que se ha activado también, de alguna manera, mi energía sexual, que en este momento se encontraba relegada a un segundo plano, por no decir a un último plano.

Sentí tanta calma, tal bienestar, conectada conmigo mismo y con Lucía y con el universo como nunca antes había sentido.

Lucía….un millón de gracias. Eres un Ser Precioso.

Efecto en la materia del masaje tántrico

En el masaje tántrico la materia y el espíritu se funden y la poesía  surge donde es difícil poner palabras. Un alma sensible se eleva en conexión y vive su viaje de reflejos. Yo soy tu, tu eres yo. No hay distancia, tiempo ni edad. Es fusión en movimiento.

 

Lo creado es un reflejo de lo intangible, de lo que No Tiene Nombre. El ojo es lo que ve, pero no el que ve, así pues, nuestros cuerpos son un mero transmisor, pero no el que siente.

Una nueva experiencia, por otra parte insospechada, ha caído como brasa divina a mis pies. Bien se yo esta brasa de amor de donde sale, pero nunca sentí un ángel con mi misma carne, bebiendo del mismo vino, que nos embriaga de dicha y felicidad. El léxico apenas puede describir mis sentimientos.

Dicen que al final pasan rápidamente las escenas vividas, pero esta tarde pasará nítida y despacio, y sé, que algún día nos volveremos a abrazar como hoy.

Las almas se encienden, pero es de una misma Luz. Mediante el tantra me enseñaste ese milagro de arder en el mismo fuego, de prender uno de otro y ambos arder en la misma luz.

Gracias por tu llama, tu amor y tu luz.

R.

La conexión con la naturaleza y el masaje tántrico

La confianza es importante, sobretodo cuando la experiencia se percibe como extraordinaria y fuera del ámbito de la zona de confort. Es hermoso ver como se despliega lo sutil y lo sagrado, como el Ser se siente honrado y celebra la Vida.

 

Me gusta vivir mi sexualidad de forma privada, sólo conmigo misma o con mi pareja, cuando la tengo.

Sin embargo, como conozco a Llucia y confío plenamente en ella, decidí abrirme a la posibilidad de experimentar aquello que sentía que sería bello y sanador para mí.

No quise buscar información para no condicionarme. Simplemente decidí confiar.

La experiencia fue preciosa. Me sentí muy cómoda en todo momento, con mucha paz y gratitud.

Me tranquilizó sentir, durante toda la sesión, el acompañamiento sutil, delicado y respetuoso, desde lo sagrado, que es el lugar que ocupa la sexualidad para mí.

Sentí como si se tratara de un ritual ancestral de pureza y consciencia, en el que se honra al ser, y el cuerpo recupera su sabiduría, su conexión con la madre naturaleza, que nos sostiene y nos ama sin pedir nada.

Ojalá nuestra iniciación al amor se diera de esa forma, consciente y saludable, para todos.

Gracias, querida Llucia.

M.A

La memoria del cuerpo en el masaje tántrico

Es impresionante cuando hago un masaje tántrico y veo vibrar el cuerpo para sacar a la luz las memorias profundas de los tejidos, para sanarlos.

 

Lo primero que sentí fue casi una memoria. Imaginé los antiguos templos donde se iniciaba a los y las jóvenes en el arte de la sexualidad.

Sentí con claridad como aquellas iniciaciones imprimían en nuestros cuerpos la referencia de cómo es ser tocadas con respeto, con honestidad y amor. Me embargó una gran sensación de desamparo al reconocer la lejanía de esta memoria… Y lo huérfanos y huérfanas que estamos a la hora de aprender cómo vincularnos con nuestro propio cuerpo y, también, con el goce de estar vivas y vivos.

El resto del masaje fue un viaje largo, entre el entregarme y el permitirme ser atravesada por sensaciones e imágenes, así como por el dolor cristalizado en mis tejidos.

Nada más sanador que poder liberar el cuerpo de sus cargas, sobre todo de la mano guía, amorosa y certera de Llucia.

Liberar para conectar… O, sencillamente, para que se manifieste lo que siempre ha estado: el sabio diálogo entre nuestra base y nuestro corazón.

Toda mi gratitud.

A.