parto con doula

Testimonio de Coloma y Jan (27-01-23)

Coloma ha enfrentado su segunda maternidad como madre soltera, con una entereza poco común. Hemos avanzado juntas en ese acercarse con el máximo de consciencia a abrazar a su hijo y a todos los aprendizajes que lleva con él.

Una vez llegado el momento del parto todo iba potente, rápido y fluido… pero la vida tiene sus propias sorpresas. En este caso, la razón por la que se alargó mucho el expulsivo, ganando cada milímetro muy lentamente, fue porque Jan llevaba la cabeza un poco ladeada (lo que se llama asinclitismo), por lo que hubo que aplicar diferentes ayudas mecánicas para favorecer el descenso del bebé y, sobre todo, una gran fuerza interna, de esa que nace del amor, entre madre e hijo, para llegar a buen puerto.

Cuando por fin nació Jan, estábamos todas en el planeta parto, impregnadas de oxitocina y felices de verle, por fin, la cara. Menuda aventura, nada más llegar a esta tierra…. ¡bienvenido Jan! Aquí va el testimonio de su madre, una mujer de bandera.

Relato nacimiento de  Jan

A dos días de llegar a la semana 42, nació mi segundo hijo, Jan. Teniendo en cuenta que mi primera hija había nacido a las 38, en un parto precipitado, natural, sin epidural, es de imaginar las expectativas que tenía con este segundo.

Desde las dos rayitas de la prueba, todo ha sido completamente diferente. Este embarazo, deseado, aunque sin planificar, llegaba cargado de miedos, preocupaciones, bloqueos, decisiones… Y no sería el momento de recibir a Jan al otro lado de la piel que fuera fácil y rápido. Este, necesitaba calma y conciencia desde su inicio.

Por suerte, a mediados de embarazo, la vida me cruzó con la Llucia, la que sería mi ángel en esta transformación.

Día 26 me desperté perdiendo el tapón mucoso. Después de la visita a monitores, y picar unas tostadas con aguacate, empecé a sentir las oleadas uterinas algo más potentes que de costumbre. Sabía que estaba arrancando y que pronto abrazaría a mi pequeño. Aun así, ¡intenté doblar la ropa que tenía pendiente! Sin éxito, claro.

A las 15h llamé a Llucia, para que viniera a casa, puesto que eran intensas y bastante seguidas.
Al llegar, estuvimos un poco en casa, pelota, saco de semillas calentitas… pero las oleadas cogían cada vez más fuerza, así que acabamos de preparar la bolsa del hospital y partimos.

Llegadas a paritorio, ¡la sala con la bañera estaba disponible!

Pronto empecé a sentir las ganas de empujar… pero Jan no bajaba. Pasaba el tiempo… ¡horas! Y Jan seguía sin nacer. En ningún momento bajaron sus pulsaciones, aunque yo empezaba a sentir que teníamos que hacer alguna cosa diferente para avanzar. Pedí si me ponía la epidural le ayudaríamos… la respuesta fue no, así que seguí cantando cada oleada. Necesitaba desbloquear la garganta, que tan ligada está al canal de parte, había tantas cosas silenciadas en este embarazo…

Con Llucia decidimos salir de la bañera y que la comadrona hiciera un tacto. Así vieron que había un reborde en el cuello del útero, y que Jan no estaba bien colocado.

Una vez quitado el reborde, Llucia me ayudó a hacer unos ejercicios y después a volver a entrar dentro de la bañera. Aquí fue el momento que el trabajo que estábamos haciendo Jan y yo avanzó enseguida.
En todo el proceso, Llucia y las comadronas me acompañaron con todo el amor y respeto que podía desear. En este proceso, donde me sentía tan vulnerable, sentí que Jan y yo no podíamos estar mejor acompañados. Mujeres sosteniendo a otra mujer que renacerá, con toda la confianza que ella lo puede hacer.

Los cantos menguaron cuando Jan ya se dejaba ver.

Cuando salió la cabeza, esperando la última contracción, tuve un despertar. Era cierto que lo había gestado y que bien pronto lo tendría en mi pecho.

Salió, lo cogí, y despacio nos abrazamos.

Aquí empezaba la aventura de mi bimaternitat, tan deseada como temida. Cierto que no podíamos haber estado mejor acompañados.

Este primero mes no ha sido fácil. Pero recuerdo que Jan y yo hacemos un buen equipo y que no estamos solos. Esto me da aliento.

Gracias a la vida por cruzarme con profesionales tan respetuosos. Y a Llucia, por cuidarnos con tanto amor durante esta etapa.

Jan y Coloma

parto en bañera

Testimonio original:

Relat naixement d’en Jan

A dos dies d’arribar a la setmana 42, va néixer el meu segon fill, en Jan. Tenint en compte que la meva primera filla havia nascut a les 38, en un part precipitat, natural, sense epidural, es d’imaginar les expectatives que tenia amb aquest segon.

Des de les dues ratxetes de la prova, tot ha estat completament diferent. Aquest embaràs, desitjat, encara que sense planificar, arribava carregat de pors, preocupacions, bloquejos, decisions… I no seria el moment de rebre a en Jan a l’altra banda de la pell que fos fàcil i ràpid. Aquest, necessitava calma i consciència des del seu inici.

Per sort, a mitjan embaràs, la vida em va creuar amb na Llucia, la que seria el meu àngel en aquesta transformació.

Dia 26 em vaig despertar perdent el tap mucós. Després de la visita a monitors, i picar unes torrades amb alvocat, vaig començar a sentir les onades uterines una mica més potents que de costum. Sabia que estava arrancant i que prest abraçaria al meu petit. Així i tot, vaig intentar plegar la roba que tenia pendent! Sense èxit, clar.

A les 15h vaig cridar a na Llucia, perquè vingués a casa, ja que eren intenses i bastant seguides.
En arribar, vàrem estar una mica a casa, pilota, sac de llavors calentet… però les onades prenien de cada vegada més força, així que vàrem acabar de preparar la bossa de l’hospital i vàrem partir.

Arribades a paritori, la sala amb la banyera estava disponible!

Aviat vaig començar a sentir les ganes d’empènyer… però en Jan no baixava. Passava el temps… hores! I en Jan seguia sense néixer. En cap moment varen baixar les seves pulsacions, encara que jo començava a sentir que havíem de fer qualque cosa diferent per avançar. Vaig demanar si em posava l’epidural l’ajudaríem… la resposta va ser no, així que vaig seguir cantant cada onada. Necessitava desbloquejar la gargamella, que tant lligat està al canal de part, hi havia tantes coses silenciades en aquest embaràs…

Amb na Llucia vàrem decidir sortir de la banyera i que la comare fes un tacte. Així varen veure que hi havia un plec al coll de l’úter, i que en Jan no estava ben col·locat.

Una vegada llevat el plec, na Llucia em va ajudar a fer uns exercicis i després a tornar a entrar dins la banyera. Aquí va ser el moment que la feina que estàvem fent en Jan i jo va avançar de seguida.
En tot el procés, na Llucia i les comares em varen acompanyar amb tot l’amor i respecte que podia desitjar. En aquest procés, on em sentia tan vulnerable, vaig sentir que en Jan i jo no podíem estar millor acompanyats. Dones sostenint a una altra dona que renaixerà, amb tota la confiança que ella ho pot fer.

Els cants varen minvar quan en Jan ja es deixava veure.

Quan va sortir el cap, esperant la darrera contracció, vaig tenir un despertar. Era cert que l’havia gestat i que ben aviat el tindria al meu pit.

Va sortir, el vaig agafar, i a poc a poc ens vàrem abraçar.

Aquí començava l’aventura de la meva bimaternitat, tant desitjada com temuda. Cert que no podíem haver estat més ben acompanyats.

Aquest primer mes no ha estat fàcil. Però record que en Jan i jo fem un bon equip i que no estem sols. Això em dona alè.

Gràcies a la vida per creuar-me amb professionals tan respectuosos. I a na Llucia, per cuidar-nos amb tant d’amor durant aquesta etapa.

Jan i Coloma

Testimonio parto con doula

Testimonio Mª Francisca, Bernat y Antonina (18-02-23)

Hay fuerza y determinación en Mª Francisca, además de amor a raudales, en este caso tuvo que hacer acopio de todo ello para pasar el umbral. Nunca sabemos por donde puede venir una prueba de esas que ponen al límite la resistencia,… a pesar de tener una dilatación muy potente pero fluida, el expulsivo fue de ir ganando cada milímetro de descenso de su hija por la cadera, con esfuerzo de leona. Cuando por fin nació Antonina, pudimos ver la razón por la que le costó tanto bajar … venía con una mano en su cara. Fue un final de película, con un cansancio infinito y una felicidad a la altura de la intensidad de la experiencia. Oxitocina a chorro para todos.

Gracias por la experiencia y por la confianza.

Aquí van sus palabras.

Después de un primer parto que para mí supuso como perder algo de mi misma, esta vez, de cara al parto de nuestra hija, quisimos apostar por un acompañamiento. Algo que nos permitiese un proceso más consciente y donde las inquietudes y dudas pudieran ser resueltas o, al menos, afrontadas.

Esta vez, con Llucia, el camino ha sido diferente. Muy intenso, eso sí, pero más amable y empoderador.

Nuestra hija Antonina ha nacido con la fuerza que tiene un cuerpo cuando hace un niño, que sale de muchos lugares recónditos que no sabemos que están allí. Ahora sí que ha sido una experiencia sanadora y que me ha devuelto la confianza en mi misma, en mi mujer salvaje, la que da vida.

Testimonio original:

Després d’un primer part que per a mi va suposar com a perdre qualque cosa de jo mateixa, aquesta vegada, de cara al part de la nostra filla, vàrem voler apostar per un acompanyament. Quelcom que ens permetés un procés més conscient i on les inquietuds i dubtes poguessin ser resolts o, si més no, afrontats.

Aquesta vegada, amb na Llucia, el camí ha estat diferent. Molt intens, això sí, pero més amable i empoderador.

La nostra filla Antonina ha nascut amb la força que té un cos quan fa un infant, que surt de molts de llocs recòndits que no sabem que hi són. Ara sí que ha estat una experiència sanadora i que m’ha tornat la confiança amb jo mateixa, amb la meva dona salvatge, la que dona vida.

Testimonio Neus, Pere i Aran (11-11-22)

Con Neus todo es fácil, es una mujer muy asentada en tierra y con las cosas claras. Su confianza favoreció que, junto con una genética de buen parir y que Aran es su segundo hijo, tuviera un fantástico parto: potente, corto y fluido… ese que sueñan muchas mujeres cuando se enfrentan al umbral del nacimiento de un hijo. De hecho, se necesita mucho coraje y adaptabilidad para pasar en poco tiempo de «estoy embarazada» a «tengo a mi hijo en brazos». El cuerpo y el alma sienten una sorpresa difícil de describir.

Ellos son una hermosa familia, con el padre entregado y protector y una hermana mayor con un «seny» y una dulzura fuera de lo común, todos ellos con fuerza de «piña» y amor a raudales. Por eso es tan fácil estar a su lado e impregnarse de esa Paz de Hogar tan natural.

Siento gratitud y admiración a partes iguales. Aquí va su testimonio.

Hace justo un mes tuve a mi segundo hijo en casa, en un parto rapidísimo y precioso, como tanto había deseado.

El nacimiento de mi primera hija fue diferente, en un hospital y, aunque fuera más o menos respetado, yo tenía muy claro que un segundo parto me gustaría que fuera en casa, confiaba tanto en mi cuerpo…

Una vez tomamos la decisión me sentí tranquila y relajada. Lo decidí así pensando en mi bebé y en mí. A partir de ahí todo empezó a tener sentido.

Yo ya había elegido a las personas que nos acompañarían, que nos cuidarían durante el proceso.

Confío desde hace tiempo en Lucía y Mikel, y a mí que siempre me ha gustado tenerlo todo planificado, aunque esto es difícil tenerlo todo al cien por cien, ellos estarían para que pasara de la mejor forma posible.

No podía imaginar que un día después de aquella entrañable cena donde nos reunimos matrona, doula y mi familia, yo me pondría de parto, estaba en la semana 38 de embarazo.

Todo empezó cuando se me rompió la bolsa mientras dormía a las 23h, llamé a Mikel y me dijo que podía descansar, aún no tenía contracciones. Yo sentía que iba a estar en unas horas, y quería tenerlo todo preparado. Mi hija dormía en cuanto mi marido y yo nos pusimos a preparar el ambiente: música, velas, aromaterapia… y una hora más tarde llegaron las contracciones que iba bailando, cantando y respirando.

Sobre la 1h llegaban Mikel y Lucía, yo ya tenía contracciones intensas.

Las manos de Lucía sobre mi cuerpo calmaban las contracciones. Yo ya estaba inmersa en el universo parto y después de dos fuertes contracciones noté una gran presión. Fue un nacimiento suave, Mikel y Lucía me dieron tanta paz…

¡¡El pequeño ya estaba aquí, tenía muchas ganas de nacer!! Mi marido fue a despertar a la hermana mayor, momento inolvidable cuando ella quiso cortar el cordón umbilical.

Un viaje corto pero lleno de alegría y amor.

Estar en casa en estos momentos es un placer, compartir los primeros momentos de vida de nuestro hijo con toda la familia fue muy especial y mágico.

Agradecida eternamente

Neus

Testimonio original:

Fa just un mes vaig tenir el meu segon fill a casa, a un part rapidíssim i preciós, com tant havia desitjat.

El naixement de la meva primera filla va ser diferent, a un hospital i, encara que fos més o manco respectat, jo tenia molt clar que un segon part m’agradaria que fos a casa, confiava tant amb el meu cos…

Una vegada vàrem prendre la decisió em vaig sentir tranquila i relaxada. Ho vaig decidir així pensant en el meu bebé i en mi. A partir d’aquí tot va començar a tenir sentit.

Jo ja havia triat les persones que ens acompanyarien, que ens cuidarien durant el procés.

Confio des de fa estona en na Llucia i en Mikel, i a mi que sempre m’ha agradat tenir-ho tot planificat, encara que això és difícil tenir-ho tot al cent per cent, ells estarien per a que passàs de la millor manera possible.

No em podia imaginar que un dia després d’aquell entranyable sopar on ens vàrem reunir comare, doula i la meva família, jo em posaria de part, estaba a la semana 38 d’embaràs.

Tot va començar quan se’m va rompre la bossa mentre dormia a les 23h., vaig cridar en Mikel i em va dir que podia descansar, encara no tenia contraccions. Jo sentia que seria en unes hores, i volia tenir-ho tot preparat. La meva filla dormia així que el meu home i jo ens vam posar a preparar l’ambient: música, espelmes, aromateràpia…i una hora més tard van arribar les contraccions que anava ballant, cantant i respirant.

Damunt la 1h arribaven en Mikel i na Llucia, jo ja tenia contraccions intenses.

Les mans de na Llucia damunt el meu cos calmaven les contraccions. Jo ja estava immersa dins l’univers part i després de dues contraccions fortes vaig notar una gran pressió. Va ser un neixement suau, en Mikel i na Llucia em van donar tanta pau…

El petit ja era aquí, tenia moltes ganes de néixer!! El meu home va anar a despertar a la germana gran, moment inoblidable quan ella va voler tallar el cordó umbilical.

Un viatge curt però ple d’alegria i amor.

Estar a casa en aquests moments és tot un plaer, compartir els primers moments de vida del nostre fill amb tota la família va ser molt especial i màgic.

Agraïda eternament

Neus

Testimonio Joana, Pedro y Rita (16-06-22)

Esa mirada del bebé hacia su madre, lo dice todo. ¡Cuanta belleza en una sola expresión!.

Joana entró en el Planeta parto y se mantuvo en él durante todo el proceso, con unos sonidos que eran como su mantra y con una actitud absolutamente perseverante. Pedro estaba entregado a conseguir que todo funcionara, que Joana estuviera confortable, que el equipo nos sintiéramos como en casa y, en parte, alucinado por la intensidad de la experiencia. Qué difícil es para el padre sostener todo el entorno, viendo que no le puede ahorrar ni un milímetro de recorrido a su mujer de parto, ni a su hija abriéndose paso.

Fue todo muy emocionante, un parto que notas que se convierte en un rito de iniciación, en algo que marcará un antes y un después en esa familia. Y ahí está Rita, aterrizando en el Planeta tierra y absolutamente fascinada por la experiencia vivida.

Aquí están brindando y estas son sus palabras. Las mías son GRACIAS.

parto en casa con doula

 

Mi parto en casa

Antes de quedarme embarazada ya tenía muy claro que quería parir en casa.
Cuando estaba de dos meses fuimos con Pedro, mi pareja, a conocer a Mikel Mantxola uno de los mejores comadrones de Mallorca y con gran experiencia. Él siempre forma equipo con dos doulas más, y en mi caso elegí a Llucia y a Jaja.

Entonces pasaron los meses y llegó el día del parto y mi viaje y transformación comenzó.
Fue una experiencia de lo más emotiva, salvaje, fuerte,… nunca pensé poder pasar y experimentar todo lo que viví.

Creo que la experiencia de parir en casa enriqueció mucho más todo el proceso, además sentí que los pasos del nacimiento de mi bebé los daba yo.

Una de las claves más importantes en ese momento es que te dejen hacer y a la vez la escucha constante. Que te acompañen en tus decisiones en todo momento y te puedan mostrar opciones y caminos si te sientes estancada, eso es una bendición.

Este es el trabajo de las doulas, fue tan bonito, me sentí tan afortunada, tan acompañada, entendida, que el dolor, cada contracción y, en general, el proceso se sentía mejor. Esto es la delicadeza del acompañamiento.

Y Mikel, como buen profesional, controlaba desde otro lado de vez en cuando como iba todo, respetándome también y vigilando como estaba el bebé y como estaba yo a lo largo de este viaje, lo que hacía que cada vez que hablaba con él y me informase de todo, me quedaba más tranquila y con más confianza para seguir el proceso.

Fueron 14 horas de parto aunque yo perdí la noción del tiempo.
Pasé por muchas fases y las pude sentir, soy una persona que me cuesta perder el control y dejarme ir, pero puedo decir que parir en casa favoreció completamente mi estado, no me imagino en el hospital pudiéndome soltar así como lo hice.

Llegó la recta final, se acercaba el expulsivo, allí fue cuando empecé a tomar más tierra y Mikel puso toda su energía para ese momento, empezaba la fiesta 🙂 animándome, al igual que mi pareja y las doulas, ¡sentí esa fuerza!

Y de repente, que final por Dios! Que final tan feliz! y cuanta belleza! entre sangre y demás líquidos la naturaleza se expresaba con toda su grandeza, EL PARIR!

Estoy muy agradecida a todo el equipo, porque miro para atrás y fue espectacular todo el recorrido y hacerlo de esta manera tan natural, ¡me ha llenado el corazón para toda la vida!

Mi hija ahora tiene 4 días, tiene una cara de paz y ¡es tan tranquila! Creo que tiene que ver con el parir natural y poder hacerlo en tu casa con gente que te da amor y confianza, todo tiene sentido…

Y este fue mi viaje, el más bonito del mundo.
Gracias Llucia, Jaja y Mikel.

Joana

testimonio parto con doula

Testimonio Laura, Juan Carlos y Abril (26-04-22)

Recuerdo las horas en penumbra en casa de Laura, con la música y los olores… recuerdo que en un momento dado prefirió el silencio para continuar inmersa en sus sensaciones… recuerdo el apoyo que le daba Juan Carlos, con cierta expresión de «no me lo puedo creer» al ver la intensidad de la experiencia. Pasaron las horas, primero en casa y luego en el hospital, avanzando gradualmente de forma firme y continua.

Luego de poner la epidural, que es una herramienta de gran ayuda, lo que está claro es que el parto aún no ha acabado y, si en cualquier parto el coraje se necesita desde el primer minuto, seguramente aún es más necesario cuando las cosas no salen cómo las habíamos imaginado.

Laura demostró en todo momento ese coraje y atravesó el umbral hasta tener a su querida hija Abril entre sus brazos.

Y esa es su historia de AMOR que tuve el placer de acompañar.

 

Abril decidió llegar al otro lado de la piel el 26 de abril a las 7h de la mañana. Empecé con contracciones en la madrugada del día 25… eran cada 20 minutos y cuando venían me centraba en la respiración profunda… y en hacer alguna meditación.

Al llegar la mañana se espaciaron un poco y fueron más irregulares, así que mi pareja y yo salimos a dar un paseo… Llucia ya estaba al tanto de todo y me iba escribiendo para saber como seguía… Nos dijo que seguramente las contracciones se volverían a activar por la tarde-noche y así fue.

Sobre las 6h de la tarde decidimos llamar a Llucia pues las contracciones empezaban a ser intensas. Ella al escuchar mi voz supo enseguida que la dinámica era muy diferente a la primera vez que hablamos por teléfono por la mañana. Cuando llegó a casa, fue un momento muy emotivo y me abrazó muy fuerte, eso me transmitió mucha seguridad. Del tiempo que estuvimos en casa tengo muy buen recuerdo, a pesar que las contracciones cada vez eran más intensas y seguidas, había una atmósfera de paz y calma, con la música, el difusor, mi pareja dándome la mano y Llucia aplicándome calor en la zona lumbar, dándome masajes y ayudándome a hacer diferentes posturas según lo que me pedía el cuerpo en cada momento, y respirando.

Decidí que era el momento para ir al hospital, Llucia nos acompañó para que todo fuera más fácil. Al llegar allí eran como las 10h y pico de la noche y me recibió Ángela, una comadrona que conocía de las clases de preparación al parto. Tuvimos mucha suerte porque No puso ninguna pega para que Llucia se quedara con nosotros, a pesar de que nos habían dicho que en estos momentos sólo podíamos tener un acompañante.

Al ponerme los monitores todo estaba bien y cuando me miraron, estaba dilatada de 4cm y las contracciones eran bastante intensas, pero yo seguía haciendo las vocalizaciones con la A que había aprendido en «canto carnático». Mi idea era hacer la dilatación en la bañera pero, justo estaba ocupada, así que Ángela nos ofreció ir a nuestra habitación para que, mientras, me pudiera meter en la ducha y al estar lista la bañera poder ir a ese paritorio directamente.

Así lo hicimos y Llucia seguía con nosotros, ayudándome en todo. Me metí en la ducha y me alivió durante un rato, después quise salir y estuvimos haciendo diferentes posturas en la habitación…Recuerdo que Ángela iba viniendo para ver cómo estaba y como iba todo y en una de estas dije que no podía más… que quería la epidural ya… Ella me animó a continuar con mi plan de parto, ya que la bañera ya estaba disponible pero para mi era demasiado intenso. Me hizo un tacto y estaba de 7cm. Yo insistí en que quería la epidural, así que fuimos al paritorio para poder ponérmela.

En ese momento, Llucia se fue para casa, ya que nosotros nos quedábamos en paritorio con la matrona. Su apoyo y su ayuda fueron vitales para mi, sobre todo el poder estar relajada de estar acompañada por una persona con tanta experiencia. Si volviera a estar embarazada, repetiría sin dudarlo estar acompañada por ella.

Al ponerme la epidural empecé a temblar y estuve con esos temblores gran parte del tiempo, era un efecto de la epidural, pero la verdad es que fue un alivio y pude descansar. Al cabo de poco Ángela me hizo un tacto y ya estaba de 10 cm y en ese momento, justo se rompió la bolsa. Nos dijo que aprovechásemos para descansar un poco antes del expulsivo.

Eran la 1h de la mañana y estuvimos unas dos horas en la fase pasiva antes del expulsivo… Me empezaron ganas de ir al baño, pero no de empujar… Intenté hacer pipí pero debido a la epidural no me salía y me tuvieron que sondar. En el expulsivo probé primero con la silla de partos, luego de pie con las lianas y finalmente en la camilla en diferentes posturas y respirando al empujar… pero nada de todo eso parecía ir bien así que, muy a mi pesar, empecé a pujar en apnea ya que Ángela, la comadrona, me lo recomendó y fue a llamar a Marita, la ginecóloga.

Abril se había quedado encajada en el 3er plano de la pelvis y no había manera de que se moviera… Esta fue la peor parte, yo estaba agotada de empujar y cuando hacía dos horas que había llegado la ginecóloga, no se había movido del sitio. Y además tenía que empujar semi-tumbada con las piernas en las perneras, ya que así era como más avanzaba ella… Abril estuvo bien en todo momento, pero llevaba horas empujando y al ver que seguía sin salir, doliéndome en el alma pedí para utilizar la ventosa, pues no tenia más fuerzas… Marita me animó a que lo intentará 2 veces más con la siguiente contracción pero no había forma, así que utilizaron la ventosa para ayudar a Abril. No sé si se dieron cuenta antes o ya al sacar la cabecita,  pero llevaba la cabeza de lado (en transversa), por eso costó tanto…. 4 horas sin parar de empujar. Luego de otro empujón ya salió todo su cuerpo y me la pusieron encima de mi barriga, aun recuerdo el calorcito que noté al tenerla conmigo.

Nació a las 7:06h de la mañana…. Desde que empezó la primera contracción llevaba 27 horas de parto. Yo había pedido cortar el cordón umbilical al haber salido la placenta, pero no fue posible porque me estaba empezando a desangrar debido al desgarro que tenía. Sentí mucha pena… pero no podían esperar más.

Luego el alumbramiento de la placenta fue natural, sin oxitocina, como había pedido en mi plan de parto. Yo estaba tan agotada que no podía casi coger a Abril, recuerdo mirarla e intentar cantarle su canción y la de «Hola mi vida, mi cielo», pero me costaba muchísimo. A todo esto, Juan Carlos y yo nos miramos y decidimos decantarnos por el nombre de Abril. Mientras tanto me cosían los puntos y yo recuerdo pedir que me ayudarán a ponérmela al pecho, pero me dijeron que mejor al acabar de coserme… llevaban una hora y yo estaba preocupada por si luego no iba bien la lactancia. Al final me la enganché como pude y ella empezó a mamar. Sin duda no fue el parto que yo había imaginado, ni el que yo deseaba, pero se intentó respetar al máximo mis peticiones y fue lo que necesitó Abril para estar con nosotros al otro lado de la piel.

parto con pareja y doula

Testimonio Tina, Cristian y Lía (19-07-20)

Antes de conocer a Tina, me llegó el periplo que estaban viviendo para conseguir venir a parir a Mallorca ya que el mundo cambió justo cuando lo tenían todo a punto. Así que ya antes de ponerse de parto tuvo que utilizar todos sus recursos de coraje y confianza para acercarse a su sueño. Es de esas veces que te das cuenta que si las personas se enfocan en aquello que desean de todo corazón, la vida les acaba recompensando.

Y se puso de parto, lentamente subiendo la intensidad, mientras iba llegando el día. Ella estuvo cómoda siendo acariciada por la luz del sol y tuvo el apoyo precioso de su marido, mientras Jaja y yo como sus doulas y Mikel como comadrón, aportábamos nuestras herramientas y acompañamiento para facilitarle las cosas. Tina necesitó seguir contando con su coraje y confianza, porque su bebé era grande y le costó descender, pero dio muestras de gran determinación y, con ayuda del Universo, acabó de cumplir su parto soñado.

Fue un parto inolvidable y gracias a la fotógrafa Aimee Helen, su increíble viaje quedó reflejado en unas bellísimas fotos que muestran la evolución de todo el proceso de una forma muy especial.

Ahora nos hemos vuelto a reunir para celebrar la próxima llegada de su segundo bebé, ¡todos muy felices del reencuentro y con la ilusión renovada para compartir esta nueva experiencia! Gracias por la confianza, de todo corazón.

 

Hola mi amor,

Esta es la historia de nuestro nacimiento:

Un parto en casa en Mallorca el 19/07/20 💓

……
Quería un espacio seguro lleno de amor y seguridad.

Como nunca he tenido un hijo y quería sentirme segura, busqué una entrenadora que me acompañara durante todo el embarazo.

Entonces buscamos centros de maternidad en nuestra área en Alemania y, con un poco más de ocho semanas de embarazo, llegamos demasiado tarde y solo recibimos rechazos.

Creo en la espiritualidad y la vivo. Ahora le pedí a mi Yo Superior el siguiente paso y poco después recibí un impulso:

Me vi en una casa con un frente de vidrio.
Estaba en el agua tibia, acariciando mi estómago y mirando el verde.
El sol acababa de salir.

El impulso se hizo cada vez más claro:
Nos vamos a Mallorca y allí daremos a luz a nuestra hija.
Mi corazón latía salvajemente ante la idea.

Y mi mente daba vueltas.
Terror completo en mi cabeza.
«¿Cómo diablos se supone que funciona eso?»
«¿Donde vamos a vivir?»
«¿Quién nos acompañará en el nacimiento?»

Preguntas sobre preguntas.
Por suerte sabía de los impulsos y del miedo.

Encontré un artículo en Internet sobre un parto en casa en Mallorca.
Las palabras cariñosas me conmovieron y me atrajo mucho Mikel, aunque debo admitir que tuve que acostumbrarme al hecho de que Mikel es un hombre.

Pero su web me convenció.
A finales de febrero viajamos a Mallorca y vimos casas y tuvimos nuestra primera cita con Mikel.
Tan pronto como entré en su pequeña y linda consulta, me sentí a gusto.
Su trato fue cálido y cordial y para nosotros estuvo claro: ¡ESTO ES TODO!

Desafortunadamente, tres días antes de nuestro viaje a Mallorca, el Covid 19 se interpuso en el camino.

Ahora el tiempo pasaba y pasaba. Vimos las noticias todos los días y finalmente llegó el mensaje tan esperado:
Se permite la entrada a residentes y personas con un motivo válido.
Si dar a luz no es una razón válida, entonces no sé qué lo es.

Nos daba vueltas la cabeza porque buscábamos soluciones para entrar al país todos los días.

Nuestro coraje fue recompensado:

Después de tres días de viaje en ferry (estando de 34 semanas):
Por fin estábamos en casa!!!!
Llevábamos meses esperando este momento.

Cuatro semanas antes de mi semana 40 de embarazo, hubo una cena en nuestra casa con todo el equipo de atención al parto.
Se habló de como funciona el equipo y nos conocimos todos.
Nos sentimos como en familia con Mikel y sus dos doulas, Jaja y Lucía.

El 19/07 me puse de parto a las 3 de la madrugada.
Mi esposo llamó a Jaja y ella nos dijo que volviéramos a llamar si sentíamos que necesitábamos ayuda.

A las 6 de la mañana las contracciones eran cada vez más fuertes, así que llamamos a Jaja y 45 minutos después vino a vernos el equipo.

Salió el sol, 30 grados y disfruté cada contracción con la vista de las montañas.
Cada segundo me sentí llevada porque siempre había alguien conmigo.
Jaja y Lucía me masajearon, mi marido me besaba.

Estaba en mi propia piscina de parto 🙂
Mikel medía periódicamente los latidos del corazón de nuestro ratoncito.

Todo estaba estable, solo que no progresaba de alguna manera. Decidimos abrir el saco amniótico, pero luego se abrió solo.

Las contracciones se hacían más fuertes y hora tras hora mis fuerzas iban mermando.

Nuestro ratón realmente no quería entrar en el canal de parto. Rostros Afectados.
En mi desesperación.

No, no quiero esto. No quiero ir al hospital.

¡El equipo consultó y con sus décadas de experiencia me pusieron en una posición que lo cambió todo!

Nuestro ratón entró en el canal de parto. Mi amada me susurró coraje y me dio fuerza cada segundo.

Y ahí estaba ella: después de 12 horas nació nuestra ratona Lia.

Somos las personas más felices del mundo.

Lia nació en un espacio protegido en amor y armonía.

¿Recomendaría un parto en casa a todas las mujeres?
No, yo recomiendo a todas las mujeres tener un parto en casa con Mikel, Jaja y Lucía.

A través de su experiencia, pasión y amor, pude hacer realidad mi sueño:
Traer a nuestra hija al mundo en nuestra finca.

Estoy segura de que en el hospital nos habrían empujado a una cesárea porque no había tiempo para mí.

Testimonio original

Hallo meine Liebe,

Hier die Geschichte zu unserer Geburt:

Eine Hausgeburt auf Mallorca am 19.07.20 💓

…..
Ich wollte einen sicheren Raum voller Liebe und Geborgenheit.

Da ich noch nie ein Kind bekommen habe und ich mich sicher fühlen wollte, suchte ich mir einen Coach aus, der mich die Schwangerschaft über begleitete.

So suchten wir in Deutschland in unserem Umkreis nach Geburtshäusern und waren mit etwas über 8 Wochen Schwangerschaft, viel zu spät dran und erhielten nur noch Absagen.

Ich glaube an Spiritualität und lebe diese. Nun fragte ich mein Höheres Selbst nach dem nächsten Schritt und erhielt kurz danach einen Impuls:

Ich sah mich in einem Haus mit einer Glasfront.
Ich befand mich im warmen Wasser, streichelte meinen Bauch und blickte ins Grüne.
Die Sonne ging gerade auf.

Der Impuls wurde immer klarer:
Wir gehen nach Mallorca und werden unsere Tochter dort zur Welt bringen.
Mein Herz schlug wie wild bei der Vorstellung.

Und mein Verstand überschlug sich.
Kompletter Terror in meinem Kopf.
«Wie zum Teufel soll das funktionieren?»
«Wo werden wir wohnen?»
«Wer begleitet uns bei der Geburt?»

Fragen über Fragen.
Zum Glück kannte ich das mit den Impulsen und dem Terror.

Ich fand im Internet einen Artikel über eine Hausgeburt auf Mallorca.
Die liebevollen Worte berührten mich und es zog mich regelrecht zu Mikel, auch wenn ich zugeben muss, dass ich mich kurz daran gewöhnen musste, dass Mikel ein Mann ist.

Doch seine Website überzeugte mich.
Ende Februar reisten wir nach Mallorca und besichtigten Häuser und hatten unseren ersten Termin bei Mikel.
Beim Betreten seiner kleinen süßen Praxis fühlte ich mich direkt wohl.
Seine Art war warm und herzlich und für uns war klar: DAS IST ES!

3 Tage vor unserer Reise nach Mallorca, kam uns leider Corona dazwischen.

Nun schritt die Zeit immer weiter fort. Täglich beobachteten wir die Nachrichten und endlich kam die lang ersehnte Mitteilung:
Residenten und Personen mit triftigem Grund dürfen einreisen.
Ja, wenn eine Geburt kein triftiger Grund ist, dann weiß ich auch nicht.

Unsere Köpfe rauchten, weil wir täglich nach Lösungen suchten um einreisen zu können.

Unser Mut wurde belohnt:

Nach 3 Tagen Fahrt mit Fähre (34. SSW):
Endlich waren wir Zuhause!!!!
Monatelang haben wir uns diesen Moment herbei gesehnt.

4 Wochen vor der Geburt fand ein Dinner bei uns Zuhause mit dem gesamten Hebammen Team statt.
Es wurde der Ablauf der Geburt besprochen und uns das Team vorgestellt.
Mit Mikel und seinen 2 Doulas Jaja und Lucía fühlten wir uns wie eine Familie.

3 Tage nach dem ET, am 19.07. setzten um 03 Uhr nachts die Wehen ein.
Mein Mann kontaktierte Jaja und sie sagte uns, dass wir uns melden sollen, wenn wir spüren, dass wir Unterstützung brauchen.

Um 06:00 Uhr wurden die Wehen immer stärker, sodass wir Jaja anriefen und 45 Minuten später, kam das Team zu uns.

Die Sonne ging auf, 30 Grad und ich genoss jede Wehe mit dem Blick auf die Berge.
In jeder Sekunde fühlte ich mich getragen, weil immer jemand bei mir war.
Jaja und Lucía massierten mich. Mein Mann küsste mich.

Ich war in meinem eigenen Geburts-Spa 🙂
Mikel miss regelmäßig die Herztöne unserer kleinen Maus.

Alles war stabil, nur ging es irgendwie nicht voran. Wir beschlossen die Fruchtblase zu öffnen, doch da ging sie schon von allein auf.

Die Wehen wurden immer stärker und meine Kraft schwand von Stunde zu Stunde.

Unsere Maus wollte nicht so recht in den Geburtskanal. Betroffene Gesichter.
In mir Verzweiflung.

Nein, das will ich nicht. Ich will nicht ins Krankenhaus.

Das Team beriet sich und mit ihrer jahrzehntelangen Expertise legten sie mich in eine Position, die alles veränderte!

Unsere Maus ging in den Geburtskanal. Mein Schatz flüsterte mir Mut zu und schenkte mir jede Sekunde Kraft.

Und da war sie: nach 12 Stunden war unsere Maus Lia geboren.

Wir sind die glücklichsten Menschen auf der Welt.

Lia wurde in einem geschützten Raum in Liebe und Harmonie geboren.

Würde ich jeder Frau eine Hausgeburt empfehlen?
Nein, ich empfehle jeder Frau eine Hausgeburt mit Mikel, Jaja und Lucía.

Durch ihre Expertise, ihre Leidenschaft und Liebe konnte ich meinen Traum wahr machen:
Unsere Tochter in unserer Finca zur Welt bringen.

Ich bin mir sicher, dass wir im Krankenhaus zu einem Kaiserschnitt gedrängt worden wären, weil keine Zeit für m

Testimonio de Sofía, Alex y Sakura

Sofía es una «flaquita» (como dicen en su tierra) con mucho fuego en el alma y en ese crisol, nació Sakura, una niña muy especial que tiene unos ojos profundos, con una mirada de «alma vieja». Muchas cosas buenas han salido de mi relación con Sofía, desde siempre me ha demostrado su confianza, me recomienda como osteópata entre sus amig@s y cuando ellos saben que, además fui su doula, se por sus palabras que ella les habló de mi de forma muy linda.

El otro día me dijo «ya hace tiempo que te prometí mi testimonio y, por fin, tengo esto para ti»… ¡y me entregó un cuento precioso! tiene textos, dibujos y fotos que narran su experiencia de parto de manera muy creativa. Me emocionó mucho recordar aquellas horas y todo lo que vivimos juntos. Ellos son una familia muy especial, que me han hecho un regalo con corazón que me ha llegado bien adentro… ¡Gracias por tanto!

Ahí van los textos incluidos en la historia…

 

Había una vez, Sakura

En una noche cálida y sombría, de intensa medialuna, dentro de Mamá Sofía se movía, su criaturita inquieta, que esa noche nacería.

Pasaron Chaime y Jorge a visitar, pero entre gritos y contracciones, Mamá Sofía, los mandó guardar.

Papá preparó blinis con Caviar, que mamá más tarde, iba a vomitar.

A ritmo pausado, de la montaña bajaron, y al destino deseado, finalmente llegaron.

Papá preparó la habitación, por supuesto, con buena música e impecable iluminación.

Tan bien iluminada estaba la velada, que entre alaridos y patadas, Papá muy relajado, se pegó una cabezada.

Acompañada por su gran equipo, Esther la partera, Gabriel el doctor, y Lucía, su doula, después de una noche larga y dura, Mamá Sofía rompió bolsa, se venía bebé Sakura!

Tocaron la puerta, era papá, fresco y descansado, a tiempo para recibir, a la bebita que tanto habían esperado.

De un pujo salió, y sobre el pecho de mamá su bebita descansó. Un gorro de Papá Noel le pusieron pues ella era, un regalo caído del cielo.

Una vida de sonrisas, travesuras y aventura empezaba, mientras el 2017, terminaba.

Bienvenida Sakurita a este planeta, llegaste como un cometa, y con tu sonrisa y personalidad, nos regalaste la eterna felicidad.

 

Testimonio Miriam y Matilda (04-08-21)

Cuando una mujer toma una decisión con determinación, una fuerza interior apoya su camino. Miriam quiso tener su parto en casa, después de un primer parto largo y difícil en hospital, entonces la vida le trajo una prueba de fuego. Cuando un bebé viene mirando hacia arriba, su paso por el canal de parto es más arduo y sostener tal intensidad sin ayuda farmacológica puede ser una gesta heroica. Coraje, constancia, fuerza, confianza,…

Al final allí empujamos todos y, cuando por fin nació Matilda, ¡nos recorrió una alegría y un alivio increíbles! Aún recuerdo que durante los siguientes días tuve «agujetas» como si hubiera hecho mucho deporte. ¡Ni imaginar la fuerza que tuvo que emplear Miriam!

Es un placer acompañar a una mujer siendo Diosa.

 

Matilda- mirando las estrellas.

Son las 6 de la tarde de este caluroso día de agosto en Mallorca cuando pienso: «Esto podría ser un trabajo real de parto». Cuánto he anhelado esto.
En casa todo está preparado para el gran día desde hace semanas, he organizado todo lo de mi lista para el parto en casa con anticipación. Así que ahora mi niña está finalmente en camino.
Las contracciones se intensifican rápidamente y me siento muy aliviada cuando Llucia -una de mis dos doulas- se planta en nuestro salón a las 20:00 horas con una calma celestial y un cálido aceite de masaje.
Incluso antes de dejar su bolsa, me ayuda a superar la contracción que tengo, masajeando mi sacro con su aceite milagroso. Mientras tanto, mi marido y mi hijo mayor se despiden: he decidido que prefiero «pasar» por el parto en casa sola. Así que los dos se van a casa de los abuelos, mientras Llucia envía un mensaje a Mikel, el comadrón. Mi español es más bien malo, pero es suficiente para entender que ella le envía los datos de mi presión arterial, previamente medida, y la distancia y duración de las contracciones. El tenor de sus palabras es algo así como: «Date prisa, esto se pone serio». Poco después llega Cris, la segunda doula, y se pone a preparar todo para el inminente parto: hervir el agua, forrar la cama con fundas, desembalar las toallas que previamente se han esterilizado en el horno, etc.
Con la llegada del comadrón Mikel, poco después, «mi equipo» está completo. Las contracciones todavía se pueden soportar sorprendentemente bien en este punto – con la ayuda de Llucia. «Cérvix a seis centímetros» afirma Mikel tras un breve examen. «Vaya», pienso, «esto ha sido rápido y sin complicaciones hasta ahora». Cuando nació mi hijo, el cuello del útero no se movió durante mucho tiempo y, tras nueve horas de contracciones «infructuosas», me pusieron la epidural en el hospital. Ahora el cuello del útero se ha abierto más de la mitad en menos de tres horas. No pasa mucho tiempo antes de que tenga la sensación de que tengo que empujar. Entre contracción y contracción voy a la habitación de invitados, donde Cris ha preparado la cama y Mikel ha dispuesto sus utensilios en la pequeña mesita de noche. En cuanto me tumbo en la cama, rompo aguas y llega el momento de empujar.
Llucia y Cris me sostienen, me cogen de la mano, me ponen una compresa fría en la frente, mientras Mikel se sienta frente a mí con una linterna en la cabeza y sigue la evolución del parto. Por muy bien que haya ido hasta ahora, ahora se está volviendo laborioso. Estoy desesperada, siento que no avanzo, me maldigo a mí misma y a mi decisión de tener un parto en casa.
Pruebo la silla de parto que ha traído Mikel. Me siento cómoda con  ella durante un tiempo, pero Mikel dice que es «menos efectivo». ¿»Menos eficaz»? Conmigo no. De vuelta a la cama, entonces. Lo principal es que todo acabe rápido. Mi español se reduce ahora a frases de dos palabras y son cada vez más desesperantes.
En el reloj de Mikel veo que la llamada «fase de expulsión» ha durado ya una hora, mucho más que la media, según lo había leído antes.
Pero «mi equipo» mantiene la calma, me anima, me tranquiliza y al final está ahí. Mi pequeña niña, mi pequeña buscadora de estrellas. Esto también explica por qué al final tardó tanto: Mi hija estaba acostada con la cabeza al revés. Pero todo lo olvido en este momento.
Llucia me ayuda a poner a Matilda al pecho y la pequeña empieza a mamar inmediatamente. Así que nos acurrucamos juntos en la acogedora cama con las luces apagadas y nos olvidamos del mundo que nos rodea. No hay luces deslumbrantes de hospital, ni sala con olor a desinfectante, ni gente extraña. En este momento recuerdo por qué decidí tener un parto en casa. Soy feliz, simplemente feliz y estoy agradecida. Y también me siento un poco orgullosa, de mi niña que no tuvo un camino fácil para llegar a la vida y también orgullosa de mí.
Mientras Llucia y Cris limpian los rastros del parto en la casa (y realmente limpian TODOS los rastros) y Mikel prepara una cena tardía en nuestra cocina, no puedo dejar de mirar a mi bebé, este pequeño y perfecto ser humano. Ya casi sale el sol cuando empiezo a cansarme y Llucia se despide.
Otra mujer se ha puesto de parto y tiene que irse. «Vaya», pienso, «¿de dónde saca esta energía? Luego me duermo. Cris y Mikel, en cambio, se quedan conmigo hasta la mañana siguiente, hasta que mi marido y mi hijo llegan a casa. Aunque me siento en forma, no quieren dejarme sola en las primeras horas después del parto. Qué servicio, ¿no?

Entretanto, han pasado algunas semanas y pensar en el nacimiento todavía me llena de una gran sensación de felicidad. Es casi una pena que nuestra planificación familiar esté completa: con estos tres a mi lado, tendría otro bebé sin dudarlo. ¡GRACIAS!

Testimonio original:

Matilda- mit dem Blick zu den Sternen. Es ist 18 Uhr als ich an diesem heißen Sommertag im August auf Mallorca denke: „Das könnten ECHTE Wehen sein“. Wie sehr habe ich diesen. Moment herbeigesehnt. Zu Hause ist seit Wochen alles für den großen Tag vorbeireitet, mit Vorfreude habe ich alles organisiert was auf meiner Liste für die Hausgeburt stand. Jetzt macht sich mein Baby – Mädchen also endlich auf den Weg.
Die Wehen werden schnell stärker und ich bin doch sehr erleichtert, als Llucia – eine meiner beiden Doulas – um 20 Uhr mit einer himmlischen Ruhe und einem wärmenden Massage -Öl in unserem Wohnzimmer steht.
Noch bevor sie ihre Tasche abstellt hilft sie mir durch die aktuelle Wehe indem sie mir mit ihrem Wunderöl das Kreuzbein massiert. Mein Mann und mein großer Sohn verabschieden sich derweil – ich habe beschlossen die Geburt zu Hause lieber alleine „durchziehen“ zu wollen. So fahren die zwei zu Oma und Opa, während Llucia eine Nachricht an Mikel, den Geburtshelfer,
schickt. Mein Spanisch ist mehr als schlecht – aber es reicht aus um zu verstehen, dass sie ihm meinen zuvor gemessenen Blutdruck und den Abstand und die Länge der Wehen durchgibt. Der Tenor ihrer Worte ist so etwas wie: „Beeil Dich – es wird ernst“. Kurz darauf trifft Cris, die zweite Doula, ein und macht sich daran alles für die nahe Geburt vorzubereiten: Wasser abkochen, Bett mit Schonbezügen ausstatten, die zuvor im Backofen sterilisierten Handtücher auspacken und so weiter.
Mit der Ankunft von Geburtshelfer Mikel kurz danach ist „mein Team“ komplett. Die Wehen lassen sich zu diesem Zeitpunkt – mit Lucias Hilfe – noch erstaunlich gut aushalten. „Muttermund bei sechs Zentimetern“ stellt Mikel nach einer kurzen Untersuchung fest. „Wow“, denke ich- das ging ja bisher schnell und unkompliziert. Bei der Geburt meines Sohnes hatte sich
am Muttermund ewig nichts getan und ich habe mir damals im Krankenhaus nach neun Stunden „erfolgloser“ Wehen eine PDA geben lassen. Jetzt hat sich der Muttermund also innerhalb von nicht einmal drei Stunden über die Hälfte geöffnet. Es dauert dann auch nicht mehr lange, bis ich das Gefühl habe pressen zu müssen. Zwischen zwei Wehen geht es also ins Gästezimmer, wo Cris das Bett vorbereitet, und Milkel seine Utensilien auf dem kleinen Nachtisch ausgebreitet hat. Kaum liege ich auf dem Bett platzt die Fruchtblase und es heißt: „Pressen!“.
Llucia und Cris stützen mich, halten meine Hand, legen mir eine kalte Kompresse auf die Stirn, während Mikel mit einer Stirnlampe auf dem Kopf vor mir sitzt und den Geburtsfortschritt verfolgt. So gut es bisher gelaufen ist, so mühsam wird es jetzt. Ich bin verzweifelt, habe das Gefühl es geht nicht mehr voran, verfluche mich und meine Entscheidung für eine Hausgeburt. Ich
probiere den Gebursthocker aus den Mikel mitgebracht hat. Darauf fühle ich mich eine Zeit lang wohl – aber Mikel sagt das sei „weniger effektiv“. „Weniger effektiv“? Nicht mit mir. Dann eben zurück aufs Bett. Hauptsache das alles endet schnell. Mein Spanisch beläuft sich inzwischen nur noch auf Zwei – Wort – Sätze und die sind zunehmend verzweifelt.
Auf Mikels Uhr sehe ich, dass die so genannte „Austreibungsphase“ nun schon eine Stunde dauert – viel länger als im Durchschnitt – das hatte ich im Vorfeld gelesen.
Aber „mein Team“ bleibt ruhig, bestärkt mich, beruhigt mich und irgendwann ist es da. Mein kleines Mädchen, meine kleine Sternenguckerin. Damit ist auch klar, warum es am Ende so lange gedauert hat: Meine Tochter lag mit dem Köpfchen falsch herum. Aber das alles ist in diesem Moment vergessen.
Llucia hilft mir Matilda an die Brust zu legen und die Kleine beginnt sofort zu saugen. So kuscheln wir zusammen bei gedämmten Licht im gemütlichen Bett und vergessen die Welt um uns herum. Kein grelles Krankenhauslicht, kein nach Desinfektionsmittel riechender Raum, keine fremden Menschen. In diesem Moment weiß ich wieder warum ich mich für eine Hausgeburt entschieden habe. Ich bin selig, einfach nur glücklich und dankbar. Und auch ein bisschen stolz – auf mein kleines Mädchen, das keinen leichten Weg ins Leben hatte und auch stolz auf mich.
Während Llucia und Cris die Spuren der Geburt im Haus beseitigen (und sie beseitigen wirklich ALLE Spuren) und sich Mikel in unserer Küche ein spätes Abendessen zubereitet, kann ich nicht aufhören mein Baby, diesen kleinen perfekten Menschen anzuschauen. Die Sonne geht schon fast wieder auf als ich langsam müde werde und Llucia sich verabschiedet. Bei einer anderen
Frau haben die Wehen eingesetzt und sie muss los. „Wow“, denke ich noch „woher nimmt sie nur diese Energie?“. Dann schlafe ich ein. Cris und Mikel hingegen bleiben bis zum nächsten Morgen, bis mein Mann und mein Sohn nach Hause kommen, bei mir. Auch wenn ich mich fit fühle wollen sie mich in den ersten Stunden nach der Geburt nicht alleine lassen. Was für ein Service, oder? Inzwischen sind einige Wochen vergangen und der Gedanke an die Geburt erfüllt mich noch immer mit einem großen Glücksgefühl. Fast schon schade, dass unsere Familienplanung abgeschlossen ist – mit diesen Dreien an meiner Seite würde ich sofort noch ein Baby kriegen. DANKE!

Testimonio Alba, Fede y Daniel (01-10-2018)

Para parir se necesita conexión con el propio cuerpo, confianza en el proceso, entrega total,… y desde ahí, hay mujeres que son más de tribu, que se sienten cómodas con el apoyo de sus seres queridos. Alba tuvo un parto muy potente, de esos que en algún momento se plantea si la madre lo podrá sostener, pero ahí fue… paso a paso, abriéndose camino su bebé y ella entregada en totalidad. Cuando nació Daniel, todos habíamos empujado con fuerza, nos sentimos agotados y felices. Un final muy merecido.

 

Estaba embarazada de 41 semanas y un día y, si todo iba bien, Daniel nacería en casa. Había elegido para ayudarme en el parto a Mikel Mantxola, y con él a las doulas Cristina Seguí y Llucia Mir, a quienes se unió mi buena amiga y doula en prácticas Camila Dueñas. Así que cuando Dani se decidió a venir, la casa estaba llena de gente esperándole, porque también estaban su papá, su abuela, su tía y su hermano de 4 patas.
Cuando rompí aguas, las contracciones suaves que había sentido la noche anterior y parte de ese día, se volvieron más intensas. Junto a esa intensidad llegó el miedo y las dudas (¿podré aguantarlo?, ¿lo estaré haciendo bien?) Lucía estaba allí apoyándome, ayudando a aliviar el dolor, recordándome mi fuerza, dándome cariño. Al poco tiempo tomó su relevo Cris que, como Lucía, respiraba conmigo, me acompañaba, me explicaba las cosas con amor y respeto, y mi querida Cami, siempre un hombro sobre el que apoyarme, unos ojos a los que mirar, una palabra adecuada en cada momento. Mis tres doulas fueron, cada una a su manera única y especial, tres compañeras con las que paseé de la mano por cada contracción. Me ayudaban a cambiar de postura, me daban masajes (que ayudaban mucho a calmar el dolor), me animaron a dejar salir lo que sentía, me ayudaron a confiar en mi poder, cuando estaba agotada mental y físicamente. Ellas junto con Fede, el papá de Daniel, formaban un apoyo que para mí fue inmejorable, siempre respetando lo que yo quería y necesitaba. Al final creo que todos en aquella habitación estábamos empujando a la vez y esforzándonos, y sentirles me dio mucha fuerza.
Me cuesta expresar con palabras y en tan poco espacio lo que fue aquella noche, lo que sentí y lo que siento al recordarla…cada recuerdo está lleno de amor y me emociona. Desde entonces, cada día doy las gracias por haber podido contar con ellos, no podría imaginar una mejor bienvenida para mi bebé ni un aprendizaje mayor sobre mí misma y sobre el amor en tan poco tiempo. Han pasado cuatro meses y sigo aprendiendo de aquellas horas. ¡Qué intensidad… cuánta magia! Y aunque acabamos todos agotados… ¡Volvería a repetirlo todo ahora mismo!

Alba

Testimonio Alba, Matías, Nauq y Aila (08-05-21)

En mi trabajo como doula conozco familias, como la de Alba, que honran esa palabra, porque transmiten ese amor bonito que traspasa transversalmente todo lo que hacen. Acompañarlas es un viaje precioso y fácil, cada conversación trae luz, cada gesto consciencia, y llegado el momento todo fluye desde el interior hacia afuera, como la danza de un volcán que se expande y derrama su lava… arrasando cualquier atisbo de duda o control, entonces las riendas están en manos de la naturaleza que trabaja coordinando todo de forma exquisita.

No suelo sugerir a las mujeres la hora de partir al hospital, pero hay veces que observo como el cuerpo entra en trance y ya apenas queda contacto con lo mundano, son momentos donde percibo en los sonidos y movimientos, un aceleramiento de todo el proceso donde es importante actuar en consecuencia.

Cuanta más experiencia tengo, más me fio de estas intuiciones, no es algo que se pueda enseñar, solo requiere «escucha» y «presencia»… nada más y nada menos. Es algo que todas las personas, profesionales o no, deberían desarrollar cuando están cerca de una mujer entregada al proceso sagrado de parir un hijo y nacer como madres.

 

Yo ya había parido una vez. Y no había ido tan mal, pero tenía la sensación que no había tenido el acompañamiento que yo necesitaba y que por eso había aparecido el miedo: enemigo por antonomasia del parto.

Ahora, para el segundo, pensé coger una Doula. Al principio, estaban desdibujadas las razones para tenerla, pero a medida que conocía a Lucía y avanzaba el embarazo, se perfilaban y cada vez tenía más claro que no me había equivocado. Su presencia (más allá de la física y la virtual; la presencia abstracta que ya tenía en nuestras vidas desde el principio de todo), su serenidad, su visión abrazando la nuestra… Todo un cúmulo de cosas, pequeñas, pero importantísimas, ayudaron a sostener la construcción de mi seguridad y confianza.

Cuando alguna duda, miedo o inseguridad aparecía tímidamente, hablar con Lucía o ir a verla y aprovechar para hacer una sesión de osteopatia, me daba el empujón, las palabras y el calor que yo necesitaba para seguir confiando, escuchando mi cuerpo y avanzar con seguridad.

La noche del parto, cuando ella todavía no había llegado, Matías y yo estábamos de lo más tranquilos. Porque de alguna manera, saber que ella estaba viniendo nos daba paz. Cuando llegó yo ya estaba en una dinámica de contracciones más seguidas y no hicieron falta más de 15 segundos para que Lucía se integrara completamente en el proceso que estaba haciendo mi cuerpo. Me ayudó a descansar más plenamente entre contracciones y sus caricias y masajes me conectaban con todo aquello que estaba pasando, que era muy potente, pero no definiría como dolor. Era intenso. Y mi cuerpo bailaba mientras me recorría aquella potencia por dentro. Yo habría estado indefinidamente así, porque gestionaba las contracciones y me sentía poderosa.

Pero 2h después, suerte que Lucía propuso ir al hospital. Estaba yendo todo muy rápido y ella fue capaz de darse cuenta, porque nosotros, con la experiencia de 36h de parto del primer hijo, pensábamos que todo sería más lento… Pero poco después de que propusiera partir algo dentro de mío me dijo que sí, que teníamos que marchar.

Y efectivamente, subiendo al coche recuerdo decirle que quería empujar. Y todo el camino hacia el hospital no podía parar de gritar, vocalizando una A gigante que inconscientemente empujaba a Aila hacia este mundo. Tuvimos que parar en Son Espases porque no tenía nada claro que llegáramos a Son Llàtzer a tiempo. Matías entró a paritorio conmigo, faltaban escasos 30 minutos para que saliera mi hija.

Recuerdo tener unas ganas muy profundas de ver a Lucía cuando ya tenía a la pequeña en los brazos. De decirle gracias, de abrazarla y celebrar la vida con ella, de agradecerle toda la luz que llevó al proceso. Pero por tema protocolos en paritorio solo podía entrar una persona. Aún así, sentía su presencia y compañía, que se materializaba a través del móvil cuando lo necesitábamos.

Ahora, a posteriori, ya lo hemos bautizado como la mejor inversión que hemos hecho nunca.
Calma, confianza, bienestar…todo lo que necesitaba para este parto lo tuve; un acompañamiento extraordinario y empoderador.

Gracias Llucia, por dárnoslo y por ser.

Testimonio original:

Jo ja havia parit un cop. I no havia anat tan malament, però tenia la sensació que no havia tingut l’acompanyament que jo necessitava i que per això havia aparegut la por: enemic per antonomàsia del part.

Ara, pel segon, vaig pensar a agafar una Doula. Al principi, estaven desdibuixades les raons per tenir-la, però a mesura que coneixia a na Llucia i avançava l’embaràs, es perfilaven i cada cop tenia més clar que no m’havia equivocat. La seva presència (més enllà de la física i la virtual; la presència abstracta que ja tenia a les nostres vides des del principi de tot), la seva serenor, la seva visió abraçant la nostra… Tot un cúmul de coses, petites, però importantíssimes, van ajudar a sostenir la construcció de la meva seguretat i confiança.

Quan algun dubte, por o inseguretat apareixia tímidament, xerrar amb na Llucia o anar a veure-la i aprofitar per fer una sessió d’osteopatia, em donava l’empenta, les paraules i l’escalfor que jo necessitava per seguir confiant, escoltant el meu cos i avançar amb seguretat.

La nit del part, quan ella encara no havia arribat, el Matías i jo estàvem d’allò més tranquils. Perquè d’alguna manera, saber que ella estava venint ens donava pau. Quan va arribar jo ja estava en una dinàmica de contraccions més seguides i no van fer falta més de 15 segons perquè na Llucia s’integrés completament al procés que estava fent el meu cos. Va ajudar-me a descansar més plenament entre contraccions i les seves carícies i massatges em connectaven amb tot allò que estava passant, que era molt potent, però no definiria com dolor. Era intens. I el meu cos ballava mentre em recorria aquella potència per dins. Jo hauria estat indefinidament així, perquè gestionava les contraccions i em sentia poderosa.

Però 2h després, sort que na Llucia va proposar anar a l’hospital. Estava anant tot molt ràpid i ella va ser capaç d’adonar-se’n, perquè nosaltres, amb l’experiència de 36h de part del primer fill, pensàvem que tot seria més lent… Però poc després que proposés partir alguna cosa dins meu em va dir que sí, que havíem de marxar.

I efectivament, pujant al cotxe recordo dir-li que volia empènyer. I tot el camí cap a l’hospital no podia parar de cridar, vocalitzant una A gegant que inconscientment empenyia a l’Aila cap aquest món. Vam haver de parar a Son Espases perquè no tenia gens clar que arribéssim a Son Llàtzer a temps. En Matías va entrar a paritori amb mi, faltaven escassos 30 minuts perquè sortís la meva filla.

Recordo tenir unes ganes molt profundes de veure a na Llucia quan ja tenia la petita als braços. De dir-li gràcies, d’abraçar-la i celebrar la vida amb ella, d’agrair-li tota la llum que va portar al procés. Però per tema protocols a paritori només podia entrar una persona. Així i tot, sentia la seva presència i companyia, que es materialitzava a través del mòvil quan necessitàvem.

Ara, a posteriori, ja l’hem batejat com la millor inversió que hem fet mai.
Calma, confiança, benestar…tot el que necessitava per aquest part ho vaig tenir; un acompanyament extraordinari i empoderador.

Gràcies Llucia, per donar-nos-ho i per ser-hi.