Testimonio de Sofía, Alex y Sakura

Sofía es una «flaquita» (como dicen en su tierra) con mucho fuego en el alma y en ese crisol, nació Sakura, una niña muy especial que tiene unos ojos profundos, con una mirada de «alma vieja». Muchas cosas buenas han salido de mi relación con Sofía, desde siempre me ha demostrado su confianza, me recomienda como osteópata entre sus amig@s y cuando ellos saben que, además fui su doula, se por sus palabras que ella les habló de mi de forma muy linda.

El otro día me dijo «ya hace tiempo que te prometí mi testimonio y, por fin, tengo esto para ti»… ¡y me entregó un cuento precioso! tiene textos, dibujos y fotos que narran su experiencia de parto de manera muy creativa. Me emocionó mucho recordar aquellas horas y todo lo que vivimos juntos. Ellos son una familia muy especial, que me han hecho un regalo con corazón que me ha llegado bien adentro… ¡Gracias por tanto!

Ahí van los textos incluidos en la historia…

 

Había una vez, Sakura

En una noche cálida y sombría, de intensa medialuna, dentro de Mamá Sofía se movía, su criaturita inquieta, que esa noche nacería.

Pasaron Chaime y Jorge a visitar, pero entre gritos y contracciones, Mamá Sofía, los mandó guardar.

Papá preparó blinis con Caviar, que mamá más tarde, iba a vomitar.

A ritmo pausado, de la montaña bajaron, y al destino deseado, finalmente llegaron.

Papá preparó la habitación, por supuesto, con buena música e impecable iluminación.

Tan bien iluminada estaba la velada, que entre alaridos y patadas, Papá muy relajado, se pegó una cabezada.

Acompañada por su gran equipo, Esther la partera, Gabriel el doctor, y Lucía, su doula, después de una noche larga y dura, Mamá Sofía rompió bolsa, se venía bebé Sakura!

Tocaron la puerta, era papá, fresco y descansado, a tiempo para recibir, a la bebita que tanto habían esperado.

De un pujo salió, y sobre el pecho de mamá su bebita descansó. Un gorro de Papá Noel le pusieron pues ella era, un regalo caído del cielo.

Una vida de sonrisas, travesuras y aventura empezaba, mientras el 2017, terminaba.

Bienvenida Sakurita a este planeta, llegaste como un cometa, y con tu sonrisa y personalidad, nos regalaste la eterna felicidad.

 

La doula y el mundo de los olores

Para la profesión de doula los detalles son importantes, de hecho, marcan la diferencia, porque la doula es ahí donde pone la excelencia. Acompañar es una función muy delicada y hacerlo de forma que la persona acompañada sienta que a su lado tiene un “ángel”, es todo un arte.

Le llamo ángel, porque es lo que muchas mujeres me han dicho que han sentido cuando les he acompañado y, en mis reflexiones, veo que esa figura refleja una condición de cuidado sutil, acogedor, amoroso, discreto, incondicional,… que permite que cada mujer pueda desplegar sus propias alas durante ese proceso tan mágico de convertirse en madre, sea durante el embarazo, el parto o cuando ya tiene al bebé entre sus brazos. 

Entonces, lo más obvio, es que una doula siempre tiene que ir limpia y fresca, ya que trabaja físicamente muy cerca de la mujer que acompaña, pero a lo largo de los años he ido comprendiendo algunas cosas importantes respecto al olor cuando trabajo como doula.

Lo primero a tener en cuenta es mi propio olor que, más allá de la genética, tiene relación con la salud y el estilo de vida, así como de forma muy especial con la alimentación. Es evidente que si tengo previsto irme de parto en breve, evito las comidas con mucho ajo o con cebolla cruda, así como aquellas que para mi significan una digestión pesada.

Otra cuestión es que hay mucha diferencia entre los olores producidos por esencias naturales o esencias sintéticas. Hace tiempo descubrí que la mayoría de perfumes, colonias, ambientadores, inciensos, etc. tienen compuestos químicos que ofenden a mi sentido del olfato y, aunque se que no es así para todo el mundo, una mujer de parto tiene todos sus sentidos a flor de piel y es especialmente susceptible a los olores. Me parece una razón muy buena para dar absoluta preferencia a artículos de higiene con aromas naturales y, si la mujer quiere rodearse de estímulos olfativos, invitarla a que utilice varillas de incienso sin tóxicos. En estos casos, además, “menos es más”, como así sucede en los detalles, generalmente cuanto más discreto y sutil es el olor, mucho mejor. 

Por otro lado, me gustaría compartir sobre los olores que suceden cuando como doula acompaño en un parto, sea en casa o en hospital, ya que hay una gama intensa y muy interesante de experiencias olfativas. 

Cuando una mujer está de parto y todo sucede por vía vaginal, la mayoría de las veces, es un trabajo arduo y largo… algo así como una maratón de duración imprevista, por lo que durante todo el proceso acaba habiendo un cóctel de olores especiales. Si cierro los ojos y recuerdo, lo que me viene a la cabeza es SALVAJE (en mayúsculas), algo ancestral y profundo, una mezcla de sudor, líquido amniótico y sangre, de dulce y amargo, de oxitocina o adrenalina, de texturas inesperadas y sutilezas varias. Se entremezclan en algún momento olores de antisépticos, pero nunca predominan ante la grandeza de lo que está pasando. Es algo que a veces he comentado con otras doulas, el olor de una mujer de parto es muy especial y a mi me encanta esa naturaleza expresada en su máxima potencia.

Queda por fin, el aroma más exquisito, el de un bebé recién nacido. Nunca se olvida y nunca lo he sentido en otros lugares o personas (que no sean bebés muy pequeños). A mi me recuerda a un melocotón maduro, en la rama de un árbol a la que está dando el sol. Pero es mucho más que eso, hay una pureza y un potencial, expresado en un néctar que nunca debiera ser disfrazado con colonia o jabón. Y, para ese bebé, el olor salvaje de su madre, junto al del calostro que pugna por surgir de sus pechos, es el paraíso terrenal, lo más parecido al mundo del que viene y entre los brazos de su madre es el mejor lugar donde desea estar, en esos momento de aterrizaje en el mundo exterior.

Cuantas cosas por comprender y por proteger, cuantas por disfrutar y permitir. La vida al natural cuenta con una bioquímica, que impregna nuestro cerebro y anima a nuestros instintos a estar presentes en uno de los momentos más importantes de la vida de una mujer.