Testimonio de Cristina y Carlos (17-01-03)
Me puse con contracciones regulares en casa a las 22h de la noche del 2 de enero. Apagué las luces, puse música y en un ratito llegó mi marido. Estuvimos solos, riendo, hablando, sabiendo que eran nuestros últimos momentos solos en casa y también «solos» para siempre.
A las 4h de la mañana llamamos a Lucía. Las contracciones eran cada vez más intensas y queríamos estar en casa el máximo tiempo posible. Cómodos, tranquilos, en familia. Estuvimos los tres juntos en casa hasta las 9:30h de la mañana. En ese tiempo, ella estuvo todo el rato conmigo, acompañándome, recordándome que me sentara y descansara entre contracción y contracción, sabiendo que quedaba mucho tiempo y que tenía que reservar mis fuerzas. Me masajeaba la espalda y me recordaba que respirara. Eso es algo que me sucede cuando estoy con Lucía, es capaz de apaciguar mi respiración sólo escuchándola a ella respirar profundo.
Nos fuimos al hospital y allí tuvimos la suerte de poder estar los tres juntos dentro de paritorio. Tanto ella como mi marido sabían que era muy importante para mi tener un parto natural, y los tres trabajamos en equipo para ello. Los dos me apoyaron y animaron continuamente, y no me hubiera imaginado mi parto sin ninguno de ellos. Los dos se complementaban. Los sentía tranquilos, me transmitían paz, y sobretodo sentía que los dos confiaban plenamente en mi y en mi capacidad para conseguir el parto que quería.
Tuve una experiencia de parto mágica y, si volviera atrás, volvería a repetirlo todo.
Gracias Lucía. Gracias por acompañarnos en el nacimiento de nuestra familia.
Cristina y Carlos